Según el estudio de ProPublica, insultar, acosar o proferir comentarios extremistas sale mucho más barato a los usuarios blancos que al resto de usuarios de otras razas. El informe recoge que los moderadores de la red social censuran contenidos siguiendo directrices que claramente disrcriminan a ciertos usuarios. Entre otros aspectos, en la categoría de discursos de odio. Así, por ejemplo, se puede decir que “los musulmanes radicales deben ser asesinados” pero no que “todos los americanos son racistas”, ya que en Facebook entienden lo primero como insultos a un subgrupo dentro de los musulmanes mientras que a los segundos como un grupo más amplio.
En su propio libro de normas, Facebook parece dejar claro que las categorías más protegidas son las de los hombres blancos, que tienen preferencia por delante de niños de raza negra. De manera automática, la red social funciona bien en términos muy generales, eliminando contenido violento como muertes o abusos a menores, pero falla en cuanto entra el factor humano de los moderadores y las innumerables combinaciones de categorías, que entran en conflicto por culpa de las prioridades.
El estudio acusa también a Facebook de proteger a determinadas instituciones o personalidades cuando incumplen las normas, como fue el caso de Donald Trumpdurante la campaña electoral. Su llamada a prohibir la inmigración a musulmanes a EEUU rompía las reglas de la red social pero el mismísimo Mark Zuckerberg ordenó que el contenido no se eliminase. Y eso que incitaba al odio racial.
Aunque la compañía lleva meses prometiendo mejorar sus sistemas para impedir que cierto contenido pueda llegar a los usuarios, -como por ejemplo los tan de moda asesinatos o delitos en directo online-, lo cierto es que aún no hay éxito al respecto. Facebook también ha iniciado una guerra para luchar contra la información falsa.