Nicolás Maduro ha recibido la primera sentencia de cárcel por corrupción. No será la última, pero tampoco tendrá validez, ya que se trata de una condena simbólica. Y es que la dictado el Tribunal Supremo en el exilio.
Reunido en Bogotá, el Supremo fuera de Venezuela condenaba a Nicolás Maduro a 18 años de cárcel por aceptar sobornos de millones de dólares. Concretamente, los de la constructora brasileña Odebrecht. A cambio, le concedía obras de infraestructura que ni siquiera realizaron.
Los magistrados aceptaron las pruebas que presentó la exfiscal general, Luisa Ortega, a lo largo de seis audiencias. Demostró que el presidente venezolano había recibido 35 millones de dólares. Dinero que destinó en gran parte a la campaña de reelección de Hugo Chávez en 2012.
La sentencia le acusa de “corrupción propia y legitimación de capitales”. Y afirma, además, que se trata de un juicio “legítimo” y no político.
Condena simbólica
Pese a la contundencia, la condena es totalmente simbólica, puesto que el régimen chavista sólo reconoce al Tribunal Supremo que legisla en Venezuela. Un grupo de magistrados elegidos a dedo por el propio Maduro. Para sus opositores, por el contrario, es un paso más contra el presidente.
Además de la condena de cárcel, Maduro tendría que pagar una multa de 25 millones de dólares. Y, además, resarcir al país con otros 35.000 millones de dólares por legitimación de capitales.