La joven modelo de 34 años, testigo clave en el juicio contra Silvio Berlusconi por abuso de poder e incitación a la prostitución y corrupción de menores, luchó por su vida durante más de un mes. Pero no logró salvarse. Ingresó en urgencias el 29 de enero, después de sentirse mal en casa de un amigo, y falleció el pasado 1 de marzo. Ahora, finalmente, la fiscalía de Milán investiga su muerte como “homicidio voluntario”, ya que los exámenes toxicológicos son concluyentes: Fadil murió envenenada por una “mezcla de sustancias radioactivas” que habría ingerido con comida o, quizás, con un cóctel. El propio fiscal encargado del caso, Francesco Greco, ha declarado que el último mes de Imane Fadil fue “de tormentosa agonía” porque, a pesar de las advertencias de la paciente, los médicos “tardaron en descubrir que la causa de sus fuertes dolores y del progresivo deterioro de los órganos era un envenenamiento”. Greco tampoco ha dudado en señalar que el hospital no activó el necesario protocolo ni comunicó los hechos a la magistratura, ni siquiera el día del fatal desenlace, algo que también ha levantado “sospechas”, ya que cualquier hospital italiano, ha dicho el fiscal, “está acostumbrado a notificar cualquier anomalía, aunque se trate de un rasguño”.
La modelo fallecida se hizo muy conocida en el país transalpino después de convertirse en una de las llamadas “arrepentidas” del “bunga bunga”, el nombre con que se hicieron tristemente famosas las escandalosas fiestas que el magnate italiano celebraba en su residencia habitual de Milán y en relación a las cuales se habrían cometido, presuntamente, diversos delitos. Su testimonio en varios de los procesos judiciales que surgieron a raíz del escándalo, entre ellos el “caso Ruby”, apodo con el que se conocía a otra joven modelo marroquí que era menor de edad cuando participó en las fiestas, ya le había hecho temer por su vida. Así lo dijo en 2012 a los medios que la esperaban a su salida del juzgado en el que acababa de testificar: se sentía “en peligro”. Ese mismo año, Imane también contó que un emisario sirio, por encargo de Silvio Berlusconi, habría intentado comprar su silencio y volvió a convertirse en testigo clave en el caso bautizado como “Ruby tres”, es decir, en el que Silvio Berlusconi estaba imputado precisamente por ese tipo de sobornos como el que ella aseguró haber rechazado. En concreto, la propia Ruby habría recibido siete millones de euros del Cavaliere, a cambio de “negar en falso haber tenido relaciones sexuales con Silvio Berlusconi”, cuando era menor de edad, según la acusación.
A pesar de las presuntas amenazas y de los sobornos que Fadil, por el contrario, había decidido rechazar, la modelo fallecida había empezado a escribir un libro contando toda la historia – con poco más de 25 años había asistido al menos en ocho ocasiones a las fiestas de Berlusconi en “Villa San Martino – y ahora dicho libro forma ya parte de las pruebas del caso que investiga la fiscalía junto a diversos objetos personales y más documentos relativos al caso, que la joven guardaba en casa de un amigo. A la espera de que se realice una autopsia para determinar las causas reales de la muerte y si estas corresponden con un homicidio, la pregunta que se hacen estos días los medios y la opinión pública italiana es, por supuesto, la de quién encargó o planeó el presunto asesinato.
Berlusconi fue declarado culpable de abuso de poder y de haber pagado por sexo en primera instancia, pero ganó en la apelación y el asunto acabó con sobreseimiento. En realidad, paso a paso, el magnate ha logrado “salvarse” de los juicios que se han ido acumulando a su alrededor. Al menos de los que a priori podrían haberle traído consecuencias penales de mayor importancia. En esa misma época, de 2011 a 2015, la única condena que no pudo evitar fue por fraude fiscal y el juez le condenó a diez meses de servicios comunitarios que el ex gobernante realizó en el centro de la fundación Sagrada Familia de la localidad milanesa de Cesano Boscone, asistiendo a un grupo de 20 enfermos de alzheimer. El que fuera tres veces primer ministro de Italia declaró después que se había tratado de “una experiencia conmovedora” y que intentaría continuar en su tiempo libre.
Sin embargo, aunque por su avanzada edad ya no pueda ir a la cárcel, el escándalo de las fiestas dañó sin remedio la imagen del polémico empresario metido en política. Y se avecinaba una nueva tormenta. En una entrevista concedida al periódico “Il Fatto” el año pasado, Imane Fadil ya había empezado a desgranar detalles concretos sobre las noches de “bunga bunga” y los más jugosos los estaba reservando para el libro que durante la entrevista confesó que estaba escribiendo y ya iba muy avanzado.