Más del 23% de los consumidores españoles, sin incluir a Cataluña, ha dejado ya de comprar productos catalanes y otro 21% se plantea hacerlo en el futuro en vísperas de Navidades, según el informe “El impacto del desafío independentista en la reputación de las empresas catalanas”, elaborado por Reputation Institute. Un grave problema que puede todavía empeorar mucho más según vaya evolucionando la situación en Cataluña. Y lo que es más peligroso para la economía catalana todavía puede empeorar tras haber alcanzado un punto de no retorno difícil de solucionar.
En el caso de que Cataluña accediera a la independencia, el 49,1% de los consumidores españoles, sin contar a los catalanes, dejaría de comprar productos de esa comunidad autónoma, lo que se traduciría en una pérdida de 20.000 millones de euros para las empresas catalanas. Del 50,9% restante, el 15,4% no tiene claro que decisión tomaría y el 35,5% se muestra reacio a dejar de comprar productos catalanes incluso en caso de independencia. En cualquier caso, tan solo el 24% de los españoles es capaz de identificar correctamente las compañías vinculadas con Cataluña.
Respecto al traslado de las sedes sociales de las compañías catalanas al resto de España, que se está produciendo desde el referéndum del 1 de octubre, el 77,5% de los españoles (sin incluir Cataluña) está totalmente de acuerdo con esta medida, frente al 10,9% que discrepa y al 11,6% que se mantiene neutral. Las empresas que han movido su sede fuera de Cataluña logran mantener su reputación en el resto de España y aumentan su atractivo como inversión, con 3,2 puntos de reputación más. Por el contrario, las firmas que han mantenido su sede en Cataluña, ven disminuida la confianza del resto de España en 3,4 puntos y la intención de compra en 3,2 puntos, al caer su reputación.
Desde el punto de vista catalán, existe una polarización sobre las compañías que han cambiado de sede social: el 47,8% se manifiesta muy en desacuerdo con este movimiento y el 38,3% está totalmente de acuerdo, mientras el 13,9% se mantiene neutral. Las empresas que han movido sus sedes sufren un impacto negativo de reputación entre los catalanes, 8,7 puntos menos, por lo que disminuye la confianza en ellas en 9,6 puntos y la intención de compra en otros 9 puntos.