El consejo de administración del BBVA ha decidido mantener su oferta pública de adquisición (opa) sobre Banco Sabadell, pese a las condiciones adicionales impuestas por el Gobierno español. La entidad vasca reafirma así su intención de consolidarse como el segundo mayor banco del país, tras varios días de análisis interno y en un contexto regulatorio complejo. La operación queda ahora a la espera de la aprobación definitiva por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
La condición clave introducida por el Consejo de Ministros establece que ambas entidades deben operar por separado durante al menos tres años, con posibilidad de prórroga por dos más. Durante este periodo, deberán conservar su independencia jurídica, patrimonial y de gestión, lo que limita temporalmente cualquier integración operativa o laboral, incluidos cierres de oficinas o expedientes de regulación de empleo asociados a la fusión.
El BBVA, que calcula unas sinergias de hasta 850 millones de euros anuales, deberá demostrar en el folleto de la opa si esta cifra se mantiene tras las nuevas exigencias gubernamentales. Aunque la entidad no ha actualizado aún sus estimaciones, su presidente, Carlos Torres, sostiene que la operación generará un “enorme valor para los accionistas de ambas entidades” y permitirá aumentar en 5.000 millones de euros anuales la financiación a hogares y empresas, reforzando así el sistema financiero nacional.
Debate jurídico
La intervención del Ejecutivo ha generado un debate jurídico sobre el alcance de sus competencias. Mientras que el Gobierno argumenta que actúa en defensa del interés general —protegiendo el crédito a pymes, la cohesión territorial y los derechos de los consumidores—, el BBVA sostiene que la Ley de Competencia no permite endurecer los compromisos impuestos por la CNMC, sino únicamente mantenerlos o suavizarlos.
Más allá de los elementos coyunturales, esta operación refleja una tendencia estructural hacia una mayor concentración bancaria en Europa. En un entorno de creciente competencia global, tipos de interés volátiles y necesidad de escala tecnológica, movimientos como el del BBVA apuntan a una reconfiguración del mapa financiero del continente, en la que los grandes grupos buscan afianzarse como actores relevantes a escala europea.
El resultado final dependerá tanto de la evolución regulatoria como de la respuesta del mercado y de los accionistas del Sabadell. La aprobación por parte de la CNMV, junto con la aceptación de una mayoría suficiente de accionistas del banco catalán, será determinante para consolidar una operación que podría redibujar el panorama bancario en España y sentar un precedente para futuras consolidaciones en el sector.