Desde que el pasado 13 de agosto se publicaran los testimonios de nueve mujeres acusando de acoso sexual a Plácido Domingo, el cantante ha guardado silencio. Solo un breve comunicado alegando que la percepción que se tiene ahora de ciertos comportamientos no era igual que hace décadas, rompía ese mutis por el foro. Unos días más tarde se sumaban otras once mujeres.
Entonces, tres óperas de EEUU le dieron la espalda. La de Los Ángeles, de la que es director general, encargaba además una investigación a fondo. Domingo aparecía en público el 25 de agosto para llevarse una gran ovación en el Festival de Salzburgo.
Justo después se marchaba a Nueva York para ensayar la ópera ‘Macbeth’, que tenía previsto estrenar este miércoles en el Met. Sin embargo, la presión podía con él. El cantante cedía y, tras conversar con el director general del Metropolitan, Peter Gelb, decidía cancelar su actuación. No se subirá al escenario.
A la vez, ha roto su silencio. «Debuté en la Metropolitan Opera a los 27 años», ha recordado. «Y he cantado en este magnífico teatro durante 51 gloriosos años consecutivos», decía. «Estoy feliz de que, a la edad de 78 años, pude cantar el maravilloso papel principal en el ensayo general de ‘Macbeht’, que considero mi última actuación en el escenario del Met», anunciaba.
Además, Plácido Domingo aprovechaba para rebatir «las recientes alegaciones en mi contra». Y mostraba su preocupación por «un clima en el que se condena a la gente sin el debido proceso». «Mi aparición en esta producción de ‘Macbeth’ restará atención al duro trabajo de mis colegas sobre el escenario y detrás de él», concluye su comunicado.
Este adiós, que ya es efectivo en la web del Metropolitan, podría ser el primero de muchos. Una despedida en la que Domingo se encuentre con otros teatros cerrados.
Presiones
«El Met se toma muy en serio cualquier acusación de acoso sexual», decía Peter Gelb al diario ‘New York Times’. Una frase lapidaria pero no la única que se sumaba a las presiones a Plácido Domingo.
De hecho, la propia institución había sido presionada a todos los niveles. Por eso, no es de extrañar que senadores demócratas como Brad Hoylman hayan aplaudido públicamente la decisión. «No puede afirmar de manera creíble que es un empleador que se preocupa por la conducta sexual inapropiada y desestima las acusaciones de 20 mujeres. Estoy agradecido porque el @MetOpera ha hecho finalmente correcto», escribía en Twitter.
A esas presiones se suman las de los propios trabajadores del Met. Hasta cuatro empleados, de manera anónima, espetaban todo tipo de comentarios contra él. «Me daban náuseas solo de verle encima del escenario», han dicho, entre otras cosas.
