La lipoproteína (a), un compuesto formado por la unión de la apolipoproteína B y la apolipoproteína A, está ganando protagonismo en el campo de la cardiología por su relación con el riesgo cardiovascular. Los estudios recientes han demostrado que su presencia elevada en sangre se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, como el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular, de forma independiente a otros factores tradicionales como el colesterol LDL, la hipertensión o la diabetes.
Según el Doctor Roberto Martín Reyes, jefe del Departamento de la Unidad Integral de Cardiología del Hospital Universitario La Luz, “la lipoproteína (a) se sintetiza a nivel hepático y su concentración está determinada principalmente por factores genéticos, lo que limita el impacto de cambios en el estilo de vida, como la dieta y el ejercicio, en sus niveles”.
El valor normal de la lipoproteína (a) se considera por debajo de 50 mg/dL, y su medición resulta clave tanto en la prevención primaria como secundaria de enfermedades cardiovasculares. “Es recomendable medirla en pacientes con antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares para un análisis más completo del riesgo”, subraya el Dr. Martín Reyes.
Factor modificador del riesgo cardiovascular
La lipoproteína (a) es un factor modificador del riesgo cardiovascular. “Un aumento de más de 10 mg/dL incrementa el riesgo de infarto en más de un 10%. Además, niveles superiores a 90 mg/dL triplican el riesgo de padecer estenosis aórtica significativa”, explica el especialista. Este biomarcador está implicado en diversas enfermedades cardiovasculares, incluyendo la aterosclerosis, la enfermedad valvular aórtica y la enfermedad vascular periférica. Además, algunos estudios sugieren su posible relación con la insuficiencia cardíaca y la fibrilación auricular.
Sociedades científicas internacionales destacan que la lipoproteína (a) puede modificar el riesgo cardiovascular calculado en pacientes con niveles elevados, aumentando entre 1,5 y 3 veces la probabilidad de eventos cardiovasculares.
Actualmente, no existe un fármaco específico en el mercado para reducir los niveles de lipoproteína (a). “Algunos inhibidores de la PCSK9 han mostrado un impacto limitado en la reducción de estos niveles”, indica el cardiólogo. Sin embargo, el futuro es prometedor: “Hay cinco estudios en marcha con nuevas terapias que podrían contribuir a disminuir la lipoproteína (a) y reducir el riesgo cardiovascular asociado”, concluye el doctor.