La epilepsia es una enfermedad que en España afecta a unas 400.000 personas, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), caracterizada por la predisposición a la aparición de crisis epilépticas que se producen por una actividad neuronal anormal y excesiva. Hoy, 10 de febrero, se conmemora su Día Internacional para concienciar de una patología cuyos síntomas a menudo son pasados por alto, lo cual puede llegar a provocar un retraso de hasta 10 años en su diagnóstico ─según la SEN─ y la repetición de crisis epilépticas debido a la falta de un tratamiento efectivo.
Por este motivo, la Doctora Juana Rondón, neuróloga especialista en epilepsia en el Hospital Quirónsalud Clideba de Badajoz, destaca lo importante que es conocer los síntomas para la detección temprana y la validación de un diagnóstico precoz con el que abordar la enfermedad desde sus primeras manifestaciones.
“Las manifestaciones de los síntomas son muy diversas dependiendo del área afectada: visión de luces, sensación de hormigueo, distorsión en la percepción olfativa y gustativa, sacudidas de las extremidades o desviación involuntaria de la cabeza o el tronco”, enumera. En este caso se trata de síntomas asociados a las crisis focales, que son aquellas en las que “se activa una red de neuronas limitada a una pequeña parte del hemisferio cerebral, con síntomas localizados en el área que está siendo activada”.
Activación neuronal
En el siguiente estadio se encontrarían las crisis generalizadas, donde la activación neuronal es mucho más extensa, lo cual puede derivar en otras manifestaciones motoras como pérdida de la consciencia con caída al suelo, mordedura de lengua, salida de orina y convulsiones.
“Es muy importante señalar que las crisis epilépticas tienen muy corta duración, de segundos o de uno o dos minutos”, recuerda la doctora Rondón, que advierte que “si la duración se prolongase más de cinco minutos estaríamos ante una emergencia médica conocida como estado epiléptico”.
Entre los factores que pueden desencadenar una crisis epiléptica destacan la privación parcial o total del sueño, el consumo de alcohol y otras drogas, algunos medicamentes, los cambios hormonales producidos durante el ciclo menstrual o el estrés, entre otros. “También hay un grupo de epilepsias llamadas reflejas en las que las crisis se desencadenan con la exposición del paciente a ciertos estímulos como el televisor, la luz o la música”, añade la doctora Juana Rondón.
Diagnóstico precoz y tratamiento
Ante la aparición de cualquiera de los síntomas citados, la experta en epilepsia de Quirónsalud Clideba recomienda acudir a un centro médico para recibir evaluación de un especialista. “Si el neurólogo o el epileptólogo considera que hay una sospecha diagnóstica solicitará las pruebas pertinentes en función de cada caso, ya sea una electroencefalografía ─idealmente video-EEG─, pruebas de neuroimagen e incluso estudios genéticos”, destaca. “La importancia de un diagnóstico precoz radica en la instauración de un tratamiento efectivo y oportuno”, avisa la especialista.
Una vez hecho el diagnóstico se dispone tanto de tratamiento farmacológico como no farmacológico. La mayoría de los pacientes, entre un 70% y 80%, logran controlar la epilepsia con un fármaco anticrisis. El resto, entre un 20% y un 30%, padece lo que se conoce como epilepsia refractaria o farmacorresistente, que se da cuando el paciente no responde a al menos dos fármacos anticrisis prescritos adecuadamente.
Evaluación de un especialista
“En estos casos cobra una gran importancia la evaluación por el especialista en epilepsia, quien va a determinar de manera apropiada si el tratamiento ha sido el adecuado o si el paciente es candidato a tratamientos no farmacológicos como el estimulador del nervio vago o la cirugía de epilepsia”, explica la facultativa de Quirónsalud Clideba. Con el tratamiento quirúrgico resulta posible obtener excelentes resultados, incluso la desaparición de crisis epilépticas.
Independientemente del tratamiento, la doctora Rondón recuerda que hay una serie de consejos que han de seguirse para tratar de prevenir una nueva crisis epiléptica como “tener horarios de sueños regulares, evitar el consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas, evitar situaciones peligrosas que puedan conducir a traumatismos de cráneo y tomar correctamente la medicación”. Además, recomienda no abusar del uso de dispositivos electrónicos en el caso de epilepsia refleja y controlar los factores de riesgo cardiovascular para evitar la epilepsia asociada a la enfermedad cerebrovascular por ictus.