Se sigue hablando de tiroteo masivo cuando, por enésima vez, llega la noticia de que en alguna ciudad de Estados Unidos un individuo ha disparado un arma de forma indiscriminada contra todo aquel que tuvo la terrible suerte de pasar a su lado. Sin embargo, tras sucesos como el de El Paso, se confirma que, en ocasiones, los disparos con los que descarga su odio el tirador no son tan indiscriminados: quiere matar al mayor número posible de personas que forman parte de un colectivo, una raza o un origen. Son, por tanto, atentados como los que han estado ocurriendo en Europa a manos de lobos, solitarios o no tanto, durante los últimos años. Y, además, también han sido reivindicados. Los tres últimos a través de una web, la citada 8chan, una especie de red social que reivindica la “libertad” para publicar sin ningún tipo de censura, aunque se trate de contenidos llenos de odio, y que han hecho suya los llamados supremacistas blancos.
Brenton Tarrant, autor del ataque a la sinagoga californiana de Poway, John T. Earnest, responsable de la matanza de Christchurch en Nueva Zelanda, y ahora Patrick Crusius, detenido por asesinar la vida de veintitrés personas que hacían la compra en Walmart un sábado por la mañana, compartieron manifiestos propios del supremacismo blanco en 8chan. En sus escritos “justificaban” su odio contra, respectivamente, judíos, musulmanes e hispanos, es decir, los “objetivos” a eliminar. La web ya había sido cuestionada en múltiples ocasiones por permitir la publicación de disparatas teorías de la conspiración y mensajes xenófobos a grupos que promueven la “identidad blanca”, pero ahora, tras la masacre en El Paso, se han alzado más voces que piden la eliminación de tan aberrante punto de encuentro. Y entre estas voces, la de su propio creador, Fredrick Brennan, un programador neoyorquino de 25 años residente en Filipinas, afectado de osteogénesis imperfecta. El joven, que se mueve en silla de ruedas y usa brazos mecánicos, creó la polémica red social en 2013 con la idea de que la libertad de expresión estuviera por encima de cualquier tipo de censura. Pronto descubrió que aquello se le iba de las manos y en 2016 cedió la web a Jim Watkins, un veterano del ejército estadounidense que también vive en Filipinas.
Después del ataque del sábado en El Paso, Brennan mostró su indignación en Twitter: «¿Otro tiroteo de 8chan? ¿Alguna vez podré seguir adelante con mi vida?», escribió, al tiempo que pedía a Watkins que lo cierre de forma definitiva. Porque, aunque 8chan no aparece en los resultados de búsqueda de Google, la compañía de clasificación en Internet Alexa asegura que se encuentra entre los 5.000 sitios web más importantes del mundo. Por el momento, Cloudfare, la compañía con sede en San Francisco que le ofrece la infraestructura de internet a 8chan, anunció que a partir de la medianoche del domingo le cortaría la conexión que permite al sitio estar en línea, mientras que, por el contrario, la empresa que maneja el registro de dominios de 8chan, Tucows, ha anunciado que no tiene planes de cancelar el registro del sitio.
La tan cuestionada web está sin actividad desde el pasado lunes fuera de línea, aunque más bien parece algo temporal. En Twitter, 8chan advirtió que podría haber algún tiempo de inactividad en las próximas 24 o 48 horas, “mientras encontramos una solución”.