La vergüenza tiene nombre y rostro. George Pell. Suena irónico que uno de los hombres que dirigía el plan de ayuda a víctimas de sacerdotes pedófilos, fuera uno de ellos. El monstruo estaba en casa. Más duro si cabe para la víctima de los abusos, que fue ignorado durante años por el Vaticano, entidad acusada encubrir y negar el abuso sexual.
En diciembre del año pasado, un jurado declaró que Pell abusó de dos chicos del coros en la sacristía del sacerdote de la catedral de San Patricio en Melbourne en la década de 1990, cuando Pell era el arzobispo de la ciudad. ¿Por qué se ha encubierto tanto tiempo un escándalo así?
Un hombre de la Iglesia
El cardenal George Pell nació en Ballarat el 8 de junio 1941, el domingo de la Trinidad. Su padre, George senior, era un minero de oro y su madre una devota católica irlandesa. Pell se crió en su casa de Ballarat construida por su abuelo materno.
Dejó su hogar para convertirse en el Arzobispo tanto en Melbourne como en Sydney, antes de ir a Roma. Allí llegó a ser uno de los asesores más cercanos al Papa Francisco en el Vaticano. Pell se educó en St Patrick’s College en Ballarat y en Corpus Christi College en Werribee. Después estudió en la Pontificia Universidad Urbana de Roma. Tiene un doctorado en Historia de la Iglesia de la Universidad de Oxford. Y una maestría en educación de la Universidad de Monash.
Antecedentes de abusos
Ya en 1993 Pell llevó al sacerdote Gerald Ridsdale a la corte en Melbourne. Más tarde, Ridsdale fue declarado culpable de una serie de acusaciones graves de abuso sexual infantil. Se le conoce como uno de los sacerdotes pedófilos más notorios de Australia.
Pero en este caso el cardenal pasó desapercibido, llegando incluso a condenar lo ocurrido. De hecho fue nombrado para ser el primer prefecto de la Secretaría de Economía de la iglesia, el tesorero del Vaticano. Se le da la bienvenida al círculo interno de consejeros de confianza del Papa conocido como el Grupo de los Nueve, o C-9.
Salta el escándalo
En 2015, un hombre de 30 años se pone en contacto con la policía para informar que fue abusado sexualmente por Pell en la década de 1990. Cuando era uno de los niños del coro en la Catedral de San Patricio.
Además, informa de que un amigo, que murió por problemas de drogadicción siendo ya adulto, también fue agredido sexualmente por Pell.
Da la cara en Roma
A raíz de las acusaciones, se revela que un grupo de trabajo de la Policía de Victoria ha estado investigando acusaciones históricas de abuso sexual contra el cardenal Pell.
El 28 de febrero de 2016, el cardenal dio su testimonio en Roma ante la Comisión Real sobre Respuestas Institucionales al Abuso Sexual Infantil. Pell admitió “fallas catastróficas” por parte de la Iglesia Católica en relación con el abuso sexual infantil. Un problema que dijo estar en su radar desde el principio de los 70.
En octubre del mismo año, detectives victorianos viajan a Roma para encontrarse con Pell, quien participa voluntariamente en una entrevista. En ella niega enfáticamente las acusaciones cuando se las presentan.
Pell describió de “basura y falsedad” las acusaciones que le describían en la entrevista. En ellas relataban las terribles historias que contaban las víctimas acerca de como Pell les obligaba a desnudarse y a acercar la cabeza su miembro.
El ciclo se cierra
Después de un duro juicio, Pell es declarado culpable de cinco cargos de agresión sexual. Un cargo de penetración sexual de un niño menor de 16 años, y cuatro cargos de cometer un acto indecente con, o en presencia de, un niño menor de 16 años.