En Chicago, ciudad por desgracia acostumbrada a la violencia – en 2016 registró más asesinatos que Nueva York y Los Ángeles juntas -, sus habitantes aún se encuentran conmocionados por el caso de la mujer asesinada para robarle al hijo que esperaba. Se llamaba Marlen Ochoa López, tenía 19 años, era de origen latino y se encontraba en la última fase de embarazo, a tan solo unos días de recibir a su segundo hijo, ya que la fecha prevista para el parto era el 5 de mayo. La tarde del 23 de abril, Marlen salió, como era su costumbre, de la escuela Secundaria Alternativa Latino Youth, donde estudiaba, para ir a recoger a su hijo de 3 años a la guardería. También como solía hacer cada tarde. Sin embargo, ese día no se presentó. Dos mujeres, Clarisa y Desiree, se cruzaron de forma fatal en su camino.
Alertados por su ausencia, ese mismo 23 de abril, el marido de Marlen y su familia dieron la voz de alarma. El terrorífico calvario acababa de empezar. Aunque la policía inició la búsqueda de inmediato – se trataba de una desaparición de alto riesgo -, pasaron los días sin noticias de la joven y la familia lanzó un llamamiento a la comunidad para pedir ayuda. Su madre, Raquel Urióstegui, ofreció una recompensa de 25.000 dólares para quien pudiera aportar información que ayudara a dar con ella, mientras que Yiovani, su marido, acudía a los medios de comunicación para trasmitir la desesperación de la familia. Revisaron, asimismo, los perfiles sociales de Marlen en busca de algún indicio que pudiera ayudar en las investigaciones. Y, de hecho, fue en Facebook donde hallaron la pista que resultaría definitiva.
La familia descubrió que Marlen estaba en un grupo Facebook, a través del que había entrado en contacto con una mujer de Scottsdale, un suburbio en el suroeste de Chicago, que ofrecía ropa gratis para recién nacidos y que, probablemente, era allí donde la joven latina se dirigía la tarde que desapareció. Antes de dar con esta información, a principios de mayo la policía había hallado el automóvil que conducía Marlen cerca de una casa a la que ese mismo 23 de abril habían acudido los servicios sanitarios de urgencias para atender la llamada de una mujer que solicitaba asistencia para el bebé que acababa de dar a luz, pero ambos hechos no fueron en un principio relacionados. Hasta que una denuncia anónima “sugirió” a los investigadores que comprobaran si el bebé que la ambulancia había trasladado al hospital Christ en estado grave tenía parentesco con Marlen y Yiovani. El resultado de las pruebas de ADN fue definitivo, el niño era su hijo.

Los supuestos asesinos de Marlen Ochoa
Clarisa Figueroa, la mujer de 46 años que llamó a Urgencias, y su hija Desiree ya han sido acusadas de asesinato, mientras que Piotr Bobak, novio de Clarisa, se enfrenta a cargos por encubrimiento, según informó el superintendente de la policía de Chicago, Eddie Johnson, en una rueda de prensa durante la que aseguró que no tenía palabras para expresar lo “perturbadoras y desagradables” que eran aquellas acusaciones. Un día antes, los agentes habían encontrado el cuerpo de Marlen en un cubo de basura que estaba en el jardín de la casa a la que la joven madre había sido atraída a través de Facebook con el señuelo de ropa gratis para su bebé. Un niño que probablemente no sobreviva al brutal ataque, ya que sufre severos daños cerebrales y podría ser desconectado de los sistemas de soporte vital en los próximos días.