Donald Trump fue el primero en señalar directamente a China por la crisis mundial del coronavirus. Ahora, sus ataques, aunque más cautos y diplomáticos, se extienden en otros países. Así, Reino Unido y Francia, por ejemplo, han endurecido sus críticas hacia el país asiático. Ponen en duda el origen, las cifras y la gestión del Covid-19 en sus inicios.
Al igual que EEUU, los gobiernos británico y francés encabezan estas críticas por una ofensiva propagandística destinada a eludir responsabilidades en China. Ambos han escenificado el giro de actitud hacia el país asiático.
“Ya nada puede volver a ser como antes”, ha dicho el ministro de Exteriores francés. Mientras China no aclare de forma total todo lo relacionado con el virus, señalaba a la vez su homólogo británico.
El tono ha cambiado así en Europa. Ahora se plantean la transparencia de China en la información que ha ido dando. No solo respecto al origen del coronavirus sino también a la gestión de la crisis en diciembre y enero. Y también a la comunicación sobre la gravedad de Wuhan.
“Manifiestamente hay cosas que han ocurrido y que no conocemos”, dijo la semana pasada el presidente francés, Emmanuel Macron, al diario ‘Financial Times’. Sus ministros se preguntan cómo surgió la crisis, si se podría haber frenado antes y piden una revisión en profundidad de todo lo ocurrido.
Antes de la pandemia, Reino Unido y Francia tenían una posición de colaboración con China. Ahora, la actitud ha cambiado completamente. Desde Londres mantienen un tono diplomático pero las críticas aumentan. Y se suman a las voces que piden replantear el papel de China en el mundo.
La posición de España
Hasta el momento, España ha evitado cuestionar abiertamente a China por la gestión de la crisis. Las autoridades españolas han mostrado cierta distancia sobre la imagen del país asiático como cooperador indispensable.
De hecho, recuerdan que al inicio de la crisis, muchos países proporcionaron a España material de protección básica. Siempre sin tanta repercusión pública como lo hizo China.