Su nombre es Maria Butina y acaba de ser detenida en Washington por supuestamente trabajar secretamente como agente del Kremlin en Estados Unidos. Esta rusa de 29 años está acusada de haber tejido una red de contactos para beneficiar a Moscú.
Se le imputa un delito de conspiración por actuar como agente de la Federación Rusa en Estados Unidos sin haber informado previamente a las autoridades, lo que está requerido por ley y le podría acarrear una condena de hasta cinco años de cárcel. Su objetivo era infiltrarse en el aparato político norteamericano, incluida una organización de defensa de las armas, y establecer canales de comunicación secretos entre políticos estadounidenses y Rusia
Maria Butina, residente de Washington, compareció este lunes ante una corte federal de la capital, donde se oficializaron los cargos y se ordenó que permaneciera en prisión a la espera de otra audiencia fijada para el próximo miércoles.
Esta mujer es originaria de Siberia, donde era dueña de una tienda de muebles. Se mudó a Estados Unidos con una visa estudiantil para cursar un máster en Relaciones Internacionales en la American University de Washington.
Antes de llegar a Estados Unidos fundó en Rusia un grupo llamado ‘Derecho a Portar Armas’. Y es que medios como ‘The Washington Post’ han señalado la simpatía de la joven por las armas de fuego y sus vínculos con la Asociación Nacional del Rifle.
Ya en Washington, entre 2015 y al menos febrero de 2017, trabajó bajo las órdenes de un alto funcionario del Gobierno ruso, cuyo nombre no se revela en el escrito judicial. Más tarde dicho funcionario ocupó un puesto en el Banco Central ruso, por el que fue sancionado el pasado abril por parte del Departamento del Tesoro estadounidense.
La imputación también revela el papel de un ciudadano estadounidense y «operativo político» al que la mujer contactó en Moscú en 2013 y que la ayudó a organizar encuentros con figuras políticas en Estados Unidos.
Los investigadores han tenido acceso a un correo electrónico que mandó ese ciudadano, al que no se identifica, a un conocido suyo el 4 de octubre de 2016, un mes antes de la elección presidencial que ganó Trump frente a la demócrata Hillary Clinton. «He estado involucrado en establecer una línea de comunicación muy privada entre el Kremlin y líderes clave [del Partido Político 1] a través de la [organización de derechos de armas]», rezaba el correo, según el escrito de acusación, que no da nombres.
INTENTÓ UNA REUNIÓN SECRETA ENTRE TRUMP Y PUTIN
Según el diario ‘The New York Times’, Butina intentó en dos ocasiones fijar una reunión entre Trump y Putin en 2016 mediante un canal de comunicación secreto. Ese detalle no aparece en el escrito judicial. El rotativo también asegura que el citado operativo político era Paul Erickson, un miembro de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas inglesas), una institución clave en el universo conservador.
La imputación de Maria Butina la formularon fiscales del Departamento de Justicia y no el fiscal especial Robert Mueller, que investiga la injerencia rusa en la campaña electoral estadounidense de 2016 y si el entorno de Trump se coordinó con esas maniobras. Las actividades de la mujer rusa se suman a los ya conocidos esfuerzos de Moscú para influir en la campaña mediante una sofisticada estrategia de difusión de propaganda y de información robada.
El pasado viernes, Mueller imputó a 12 oficiales de la inteligencia militar rusa por piratear y distribuir documentos relacionados con la demócrata Hillary Clinton con el objetivo de interferir en los comicios.
Sin embargo, tras reunirse con Putin, Trump volvió a rechazar este lunes en Helsinki respaldar la conclusión de las agencias de inteligencia estadounidenses de que Moscú se entrometió en los comicios para ayudarle a ser presidente. El republicano destacó que su homólogo ruso «había negado rotundamente una injerencia semejante» en las elecciones y calificó de «desastre» la investigación de Mueller. Estas declaraciones han provocado una tormenta política en el país.