El plan del gobierno israelí, liderado por el primer ministro Benjamín Netanyahu y su ministro de Defensa, Israel Katz, ha desatado una nueva ola de tensiones internacionales. Siguiendo la propuesta del expresidente estadounidense Donald Trump, Israel ha comenzado a preparar la evacuación masiva de los residentes de Gaza, lo que el propio Katz ha definido como una «salida voluntaria». Este movimiento, percibido por numerosos observadores como una forma de limpieza étnica, implica expulsar a cientos de miles de palestinos para luego entregar la Franja de Gaza al control de Estados Unidos, según declaraciones recientes de Trump.
El plan, presentado inicialmente desde la Casa Blanca sin un soporte concreto, ha generado rechazo entre los palestinos y es visto con escepticismo incluso por países aliados. Katz ha citado a varias naciones europeas, como España, Irlanda y Noruega, como potenciales receptores de los palestinos expulsados, sugiriendo que estas naciones tienen la «obligación legal» de acogerlos debido a su postura crítica hacia la intervención militar israelí en Gaza. Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, ha rechazado categóricamente la propuesta y ha reiterado el derecho del pueblo palestino a permanecer en su tierra.
A pesar de la tibia respuesta de la Unión Europea, figuras clave del gobierno israelí han mostrado su respaldo al plan. Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas, y el exministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, han defendido el proyecto como un paso necesario para garantizar la seguridad de Israel. Smotrich incluso celebró la instrucción dada al ejército de preparar la expulsión. Ben Gvir, por su parte, ha sugerido que este plan podría permitir la futura vuelta de colonos judíos a Gaza, una idea que refuerza la visión de la extrema derecha israelí.
Alto el fuego
El anuncio llega en un contexto frágil, en medio de una tregua de tres fases que Israel y Hamás acordaron tras el alto el fuego del 19 de enero en Gaza. Sin embargo, las negociaciones se pospusieron por Israel debido al viaje de Netanyahu a Washington, donde acompañó a Trump en el polémico anuncio. La tregua, que debería permitir el intercambio de rehenes y presos, pende de un hilo ante la posibilidad de una crisis humanitaria y diplomática mayor.
Mientras tanto, Gaza sigue en ruinas, con más de 47.000 muertos, según fuentes sanitarias locales. La reconstrucción que promete Trump, con “nuevas y modernas casas” para los desplazados, no cuenta con el respaldo de ningún Estado ni con un plan financiero viable, lo que deja en el aire el destino de millones de personas que actualmente viven bajo condiciones extremas.