La política exterior alemana atraviesa una fase de redefinición. El nuevo canciller, Friedrich Merz, ha introducido un cambio de tono inédito en el vínculo histórico con Israel, cuestionando por primera vez desde el poder el carácter incondicional de ese apoyo exterior. Sus declaraciones recientes —en las que expresaba dudas sobre el respeto al derecho internacional por parte del ejército israelí— han abierto un debate de calado sobre los fundamentos de una política considerada durante décadas como razón de Estado.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Alemania ha sostenido a Israel como parte central de su identidad democrática y de su responsabilidad histórica. Sin embargo, la escalada de violencia en Gaza y la creciente presión internacional han llevado a Merz a plantear límites, al menos discursivos, a esa alianza. Aunque el suministro de armas no se ha interrumpido, la posibilidad de revisarlo ha ganado espacio en el debate público y en sectores del Gobierno.
Esta evolución no es aislada. Coincide con una revisión más amplia de los pilares tradicionales de la política exterior alemana, incluidos sus vínculos con Estados Unidos. Voces como la de la politóloga Daniela Schwarzer o la periodista Mariam Lau señalan que el giro no responde solo a la coyuntura, sino a una necesidad estratégica de redefinir el papel de Alemania en un mundo multipolar.
Papel de Alemania en el mundo multipolar
La posición de Merz refleja una tensión latente entre la memoria del Holocausto y el compromiso con el derecho internacional. También plantea dilemas prácticos, como la eventual visita del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, sobre quien pesa una orden de arresto del Tribunal Penal Internacional. La cuestión pone a prueba el equilibrio entre principios jurídicos y sensibilidad histórica.
Mientras tanto, símbolos como las banderas de Israel y Ucrania ondeando en instituciones públicas recuerdan el amplio consenso político en favor de ambas causas. No obstante, el cuestionamiento de los fundamentos morales del apoyo alemán a Israel —como señala el historiador Daniel Marwecki— sugiere que esta etapa podría marcar el comienzo de una política exterior menos basada en la expiación y más centrada en intereses y principios contemporáneos.
Por ahora, el rumbo definitivo aún no está claro. Pero el cambio de tono en política exterior de Merz sugiere que la relación entre Alemania e Israel ha entrado en una nueva fase, menos automática, más reflexiva y quizá más sostenible a largo plazo.