Las cifras de la pobreza en Venezuela son dramáticas. Un informe de la ONU revela que al menos el 87% de la población vive en la pobreza. Y que mientras el 55% de los niños menores de cinco años sufre de malnutrición y desnutrición, el 61% de los venezolanos ha caído al nivel de la misera extrema. Unos datos que Maduro oculta y maquilla, asegurando que el país está en auge. Pero nada más lejos de la realidad.
Tras casi seis años de mala gestión del Gobierno de Maduro, la condición social de 30 millones de venezolanos es peor que nunca. Así lo ha denunciado el director de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y a la Vida, Francisco Valencia. También representantes de ONG’s y del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello.
Todos ellos acudían a un acto de la ONU organizado por la ONG Human Rights Watch.
“Los niveles de inseguridad alimentarios son altísimos. El 55% de los niños menores de cinco años sufren malnutrición”, denunciaban citando datos gubernamentales de Cáritas.
También se desvelaba que más de 8 millones de venezolanos sólo comen dos veces al día o menos. Y aquello que ingieren no es ni nutritivo. Sólo en 2017, la población perdió, de media, once kilos de peso por persona.
Ante tal situación, muchos entienden que más de 2,3 millones de personas hayan huido del país. Pese a que Maduro insista en que lo hacen con los bolsillos nuevos y Diosdado Cabello asegure ser “una moda pasajera”.
Salud
La pobreza y la huida de miles de sanitarios ha provocado un repunte a peor en la salud de los venezolanos. También en los hospitales. Y es que una sola enfermera tiene a su cargo a 80 pacientes en un día. Cerca de 16.000 enfermos renales han visto cómo se clausuran centros de diálisis.
Además, 5.000 pacientes hemofílicos no reciben su tratamiento, 33.000 enfermos de párkinson no tienen medicinas y 80.000 enfermos de Sida tampoco tienen sus antiretovirales desde 2017.
También se han cerrado centros para el tratamiento contra el cáncer. Algo que ha hecho que unas 55.000 personas no tengan sus sesiones de quimioterapia o radioterapia. Así como tampoco sus medicinas.
A todo ello se suman los brotes de enfermedades que ya estaban erradicadas, como el sarampión o la malaria.