El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, envió el pasado mes de junio una carta a algunos aliados de la OTAN en las que se quejaba de su escasa contribución económica a la Alianza Atlántica. Los destinatarios de esta misiva fueron entre otros, la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, o el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Pero también los líderes de Noruega, Bélgica, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal.
Esta reclamación de Trump no es nueva. Desde que llegara a la Casa Blanca, el presidente estadounidense ha protestado por el excesivo gasto de su país en la OTAN, una idea que ha trasladado a sus socios continentales de forma reiterada en llamadas telefónicas y reuniones bilaterales.
Durante la campaña electoral, Trump llegó a considerar a la OTAN una organización “obsoleta”, aunque una vez en el poder se desdijo. “La OTAN es maravillosa, pero ayuda más a Europa que a nosotros, así que ¿por qué estamos pagando nosotros la gran mayoría de sus costes?”, preguntó durante la visita de Merkel a la Casa Blanca en abril pasado.
Pero, ¿tiene razón Trump en esa queja? La OTAN es una alianza militar intergubernamental basada en el Tratado del Atlántico Norte, firmado el 4 de abril de 1949. Constituye un sistema de defensa colectiva entre sus 28 miembros en el caso de ataque externo. La porción de Estados Unidos en este pastel es la mayor: destina el 3,58% de su PIB a Defensa, esto es, casi 685.000 millones de dólares.
EL 2% DE LA DISCORDIA
Hace cuatro años, los aliados se comprometieron a destinar el 2% de su PIB al gasto militar en 2024, aunque esa subida no es automática ni obligatoria. Los miembros europeos de la Alianza destinaron el año pasado un promedio del 1,46% de su producto interior bruto al gasto en Defensa.
Trump quiere que todos los países de la Alianza alcance ese porcentaje del 2%, algo que ahora mismo solo cumplen seis regiones: Estados Unidos (3,58%), Grecia (2,32%), Estonia (2,14%), Reino Unido (2,14%), Rumanía (2,02%) y Polonia (2,01%).
Cerca de ese 2% se encuentran Francia (1,79%), Lituania (1,77%) y Letonia (1,70%). A continuación, figuran un grupo de 16 países que superan el 1%: Montenegro (1,66%), Noruega (1,59%), Bulgaria (1,57%), Turquía (1,52%), Portugal (1,32%), Canadá (1,31%), Croacia (1,27%), Alemania (1,22%), Albania (1,22%), Eslovaquia (1,19%), Dinamarca (1,17%), Holanda (1,17%), Italia (1,13%), República Checa (1,07%), Hungría (1,05%) y Eslovenia (1,02%)
España, por su parte, figura entre los países que menos esfuerzo presupuestario dedican al área de defensa (0,91% del PIB). Concretamente, el tercero por la cola sólo por delante de Bélgica (0,91%) y Luxemburgo (0,44%).

El porcentaje con el que contribuye cada país a la OTAN en función de su PIB
LA RESPUESTA DE BORRELL
Cumplir ese reto de llegar a 18.500 millones en 2024 supondría para España incrementar en 1.541 millones cada año los presupuestos de Defensa. O lo que es lo mismo, duplicar los 9.255 millones actuales en seis años. Mientras que alcanzar ese 2% comprometido inicialmente con la OTAN para la misma fecha implicaría 3.015 millones extra cada ejercicio hasta llegar en 2024 a 27.342 millones. Lo que sí cumple España es la meta de destinar el 20% del gasto de Defensa a equipamiento.
La reacción inmediata a la misiva de Trump corrió a cargo del titular de Exteriores español, José Borrel. El ministro no se salió del guión con el que España suele contestar a las periódicas quejas de Washington sobre los presupuestos de Defensa. Admitió que gastan menos del 2%, pero que lo hacen “de una forma muy activa”. “Somos el único país de la Unión Europea que ha participado en todas las misiones militares de la UE. O sea, que gastamos menos de lo que dice la OTAN, pero lo utilizamos muy bien”, explicó.