El primer ministro de Suecia, el socialdemócrata Stefan Löfven, ha perdido este martes una moción de confianza en el Riksdag (Parlamento), por lo que se ve obligado a dimitir y se abre la puerta a negociaciones para la formación de un próximo gobierno.
Lofven ha recibido el apoyo de 142 diputados, mientras que 204 han votado en contra, lo que deja en evidencia el nuevo equilibrio de poderes surgido tras las elecciones del 9 de septiembre. Nunca antes un primer ministro había sido apartado del poder en este tipo de votación.
El presidente del Parlamento, Andreas Norlen, del Partido Moderado, deberá ahora encargar a otra persona que forme gobierno, aunque durante las semanas o meses que dure el proceso será Löfven quien permanezca como primer ministro en funciones.
Bloqueo político
Por el momento no se vislumbra una fórmula clara para formar gobierno. El bloque de centro-izquierda obtuvo en los últimos comicios una exigua victoria, quedándose solo un diputado por encima de la Alianza conservadora que lidera el Partido Moderado (144 frente a 143).
En este escenario es clave el papel de la formación ultraderechista Demócratas Suecos, que aumentó su representación hasta los 62 diputados y que hoy ha votado también por echar al primer ministro socialdemócrata.
Los dos grandes bloques políticos han mostrado su deseo de gobernar sin los votos de la formación de extrema derecha, pero no se ponen de acuerdo en la forma. La Alianza de centro-derecha quiere hacerlo sola con pactos puntuales, mientras Löfven prefiere encabezar un gabinete que incluya también a liberales y centristas, a quienes ha tendido la mano sin éxito.
Hasta cuatro intentos tendrá Norlén para elegir a un candidato a consensuar ejecutivo: si ninguno goza de la confianza del Parlamento -algo que nunca ha ocurrido en Suecia-, se convocarán elecciones anticipadas en tres meses.