Tres días seguidos de protestas en Rumanía han sacado a miles de ciudadanos a las calles. Jornadas de movilizaciones masivas contra el Gobierno del Partido Socialdemócrata (PSD) y por la falta de acción contra la corrupción.
Las manifestaciones han dejado claro el hartazgo de los rumanos contra su Ejecutivo. El viernes, según medios locales, salieron a la calle más de 100.000 personas. El centro de Bucarest se convirtió en un escenario de guerra después de que varios encapuchados se mezclaran con los manifestantes e intentaran entrar por la fuerza en la sede del Gobierno.
La policía terminó utilizando gases lacrimógenos y cañones de agua contra los manifestantes. Las protestas terminaron con más de 450 heridos, de los cuales 30 eran policías. El propio presidente de Rumanía, Klaus Iohannis, calificó de desproporcionada la actuación policial y pidió una investigación.
Tras los incidentes del viernes, el sábado se repetían las protestas. Esta vez, de forma más pacífica. Hasta 40.000 personas se ponían de nuevo en pie de guerra contra el Gobierno, pidiendo mano dura contra la corrupción.
Protesta de emigrantes
Entre los miles de manifestantes, cientos de emigrantes que acudieron expresamente a Bucarest el fin de semana para sumarse a las protestas. Afincados en países cercanos a su Rumanía natal, o de vacaciones allí, quisieron dejar clara su postura. Y es que en los últimos 15 años, más de cuatro millones de rumanos han tenido que abandonar sus casas ante la falta de oportunidades.
Los bajos salarios y la corrupción no han ayudado tampoco. Algo que no ha cambiado, a juicio de muchos de ellos.
Cada vez más rumanos exigen la dimisión de la primera ministra, la socialdemócrata Viorica Dancila, a quien consideran un títere del presidente de su partido, Liviu Dragnea.
Jefe del Ejecutivo en la sombra, Dragnea no puede ser investido como presidente por una condena de 2016 por fraude electoral.
Aunque las protestas y movilizaciones han sido constantes desde el año pasado, este fin de semana ha superado las expectativas.