El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha aprovechado los medios extranjeros para, una vez más, vender su discurso victimista al mundo. En esta ocasión ha sido un artículo en ‘The Guardian’ el que ha servido para denunciar y quejarse de lo que él llama «serios defectos democráticos españoles» y una «ofensiva judicial» contra el independentismo.
Carles Puigdemont: I’m not just fighting for Catalonia. This is about democracy itself https://t.co/eyzMNNWg3A
— The Guardian (@guardian) November 6, 2017
En su artículo, que ha compartido en Twitter, Puigdemont critica la decisión del Gobierno de emplear el artículo 155, asegurando que fue un acto «arbitrario, antidemocrático e ilegal» respaldado por una «brutal ofensiva judicial» para llevar a cabo el encarcelamiento masivo y la criminalización de aquellos políticos que «hace tan sólo dos años consiguieron niveles históricos de apoyo popular».
Puigdemont asegura también que Junts Pel Sí obtuvo una mayoría representativa con un programa independentista y considera que el Estado está acusando a los representantes de un «proyecto democrático» por delitos de rebeldía.
«La voluntad de la gente debería prevalecer por encima de todo», dice en su discurso, al que añade que «puedes ser un partido independentista siempre y cuando no gobiernes, porque si lo haces, te acusarán de rebelión por cumplir con tu programa electoral. Pero si estás en contra de la independencia y no tienes la fuerza suficiente para gobernar, el todopoderoso Estado vendrá en tu ayuda».
Puigdemont no duda de nuevo en victimizarse y presentar en el artículo una denuncia por la «clara falta de independencia y neutralidad» del sistema judicial español, lo que a su juicio hace «muy difícil creer que los acusados vayan a tener garantías formales». «¿De verdad alguien cree que los miembros expulsados del Govern pueden esperar una audiencia independiente y justa que no esté influenciada por los políticos y los medios de comunicación? Yo personalmente no. Y es por eso que, más allá de defender la legitimidad de nuestros actos, defendemos la independencia de Cataluña para tener un modelo de sociedad en el que nadie tenga que tenerle miedo al poder del Estado».
Tampoco duda en tirar del recurso de la actuación policial y culpar al Estado de escenas violentas en las calles catalanas: «En demostraciones con la connivencia del Estado, grupos de la derecha radical (algunos herederos directos de Franco como la Falange Española) han marchado exhibiendo símbolos fascistas e incluso haciendo el saludo nazi cantando acerca de mi encarcelamiento y ejecución. El clima de hostilidad que hemos vivido se puede resumir en el grito de ¡A por ellos! que muchos cantaron a las fuerzas de seguridad cuando se dirigían a reprimir los actos del 1 de octubre», escribe.
Una violencia que según el catalán no se ha visto por parte de los independentistas durante un proceso para el que demanda «verdadera justicia» y «observación internacional para iluminar las oscuras áreas en las que el Estado comete abusos inaceptables». «El Estado español debe honrar lo que repitió durante todos los años en los que vivió el terrorismo: ‘Acabad con la violencia y podremos hablar de todo’. Los independentistas nunca hemos optado por la violencia, al contrario, pero ahora hemos descubierto que era mentira que estaban dispuestos a discutir las cosas».