Conscientes de que WhatsApp y las redes sociales son vitales ya para trabajar en los partidos de manera interna, Cs también ha visto con preocupación cómo pueden convertirse en canales donde es difícil controlar las declaraciones y expresiones de sus miembros. Por eso, han decidido limitar al máximo las críticas y, en su reglamento de Organización, el partido advierte a los militantes que no permite “la creación de corrientes de opinión que busquen denigrar la acción de los órganos de partido o de sus cargos” en los canales internos de comunicación, lo que incluye correos electrónicos y mensajes de móvil.
De hecho, Cs contempla ya como motivo de expulsión la manifestación pública de “discrepancia grave con la ideología, principios, o fines del partido, realizada durante actos de propaganda, reuniones públicas o a través de cualquier medio que garantice la publicidad del hecho”. La formación naranja ha dejado claro además que estos canales se utilizarán para “informar y coordinar a los miembros de cualquier órgano o grupo de trabajo interno del partido” y limita a que en ningún caso “se podrán considerar o usar como grupos de debate”.
Ya desde finales de 2014, Ciudadanos ha estado muy pendiente de este tipo de sistemas de comunicación, llegando a expulsar a 30 miembros del partido tras criticar en un grupo de WhatsApp a cargos de la formación. También abrió expediente disciplinario a un cargo de Valencia por un comentario “sarcástico” en la aplicación de mensajería.
La Secretaría de Organización, además, se reserva el poder denegar la solicitud de creación de grupos, siendo este órgano el único que tiene autoridad para crearlos, llegando a gestionar también las altas y las bajas de los usuarios de los grupos. En los que de permiso, el responsable del grupo tendrá como función restringir el acceso a cualquier usuario que “habiendo sido previamente advertido, persista en el incumplimiento del reglamento”, así como a avisar a Organización de que hay alguien que se está saltando las normas.