Será la primera vez que la obra de Jake Heggie, un intenso relato de la experiencia de la Hermana Helen Prejean en el corredor de la muerte escrito por ella misma, y que inspiró a su vez la famosa película ‘Pena de muerte’, pueda verse en España.
Si después del estreno de la película dirigida por Tim Robbins en 1995, a la Hermana Helen Prejean empezamos a ponerle el rostro de Susan Sarandon, la actriz que la interpretaba para gran pantalla, ahora, con la ópera de Jake Heggie será inevitable pensar en Joyce DiDonato cuando hablemos de ella. O no. Porque quizás esta sea una buena oportunidad para conocer a la verdadera protagonista: la Hermana Prejean (21 de abril de 1939, Baton Rouge, Luisiana) está en Madrid con la compañía de esta producción y ha participado en la rueda de prensa del Teatro Real para hablar en persona de la ópera y de su lucha contra la pena de muerte.
Prejean, monja católica perteneciente a las Hermanas de San José de la Medalla, es sin duda una de las más célebres activistas por la abolición de la pena de muerte en Estados Unidos. Su particular e intensa cruzada comenzó en Luisiana en 1981 a partir de su relación con el asesino convicto, Elmo Patrick Sonnier, condenado a la silla eléctrica. La hermana Helen se convirtió en su consejera espiritual durante los últimos meses de su vida y, a su vez, esta experiencia le permitió acercarse al complejo proceso de las ejecuciones legales impulsándole a trabajar en contra de la pena capital.
El éxito de su libro fue el de no dar ningún tipo de visión romántica de los criminales. Lo que la Hermana Helen buscaba con su relato era exponer el dolor y el sufrimiento de todos los que tienen algo que ver con la pena capital: los criminales, los familiares de las víctimas, los guardias carcelarios y los ejecutores. En definitiva, la sociedad entera. Con relación a la ópera que se estrena el próximo viernes 26, Prejean asegura que se trata de un viaje emocional y transformador, el mismo que ella en su día experimentó. “Sé que cuando se sube el telón”, afirmaba la Hermana ante los medios, “todos van a vivir ese viaje”. Un camino que debería llevarnos a comprender que lo más importante es “servir a los demás, tratar de ser mejor persona, aprender unos de otros”.
En su opinión, Europa está mucho más avanzada que Estados Unidos en todo lo que se refiere a la defensa de los Derechos Humanos. “He visitado muchos estados en mi país, pero no sé cuándo descubriremos que actuar con violencia no es la solución”, ha insistido la Hermana Helen, para quien lo que realmente nos cambia es la conciencia. “Se trata”, ha dicho, “de cómo respondemos nosotros a la violencia”. A su lado, la mezzosoprano estadounidense Joyce DiDonato explicaba por su parte que dar vida sobre el escenario a la Hermana Helen ha sido una de las mejores enseñanzas que ha tenido en la vida. Para DiDonato, además, la Hermana Helen elige para su lucha el camino más difícil: plantar la semilla del amor. Y lo hace, además, con gran humildad.
Si la película de Tim Robbins incidía claramente sobre los dilemas éticos de la pena de muerte, la ópera de Heggie, con libreto del veterano dramaturgo Terrence McNally, es un viaje interior que inician paralelamente la monja y el reo, cada uno con sus fantasmas, sus miedos, sus contradicciones, sus sentimientos y sus dudas. En este camino de transformación y redención, ambos se confrontan con la contundencia de los hechos: la necesidad de venganza de los padres de los adolescentes asesinados, la desazón y sufrimiento de la madre del homicida, la lucha por el inviolable derecho a vivir, el acercamiento implacable a la muerte.
Con pasión ha hablado el barítono Michael Mayes sobre la ópera, analizando el hecho de que él nació, igual que su personaje Joseph DeRocher, en un pueblo del sur de Texas y creció en un entorno muy difícil, equiparable al del condenado en la obra a la pena capital. Y resaltaba, en su caso, la importancia del perdón, un perdón que no se dirige a una persona en concreto: “Si no perdono, no solo se destruye al culpable sino también a mí. Y, por tanto, a toda la sociedad”, ha asegurado.
La dirección musical de ‘Dead Man Walking’ corre a cargo de Mark Wigglesworth, para quien el gran acierto de la partitura es que no se impone a la historia, mientras que la puesta en escena está a cargo de Leonard Foglia, colaborador habitual de Haggie. ‘Dead Man Walking’ es la primera ópera de Jake Heggie (Palm Beach, Florida, 1961) y el enorme éxito que tuvo desde su estreno, en la Opera House de San Francisco en el año 2000, ha proyectado internacionalmente el nombre de su compositor, que desde entonces ha escrito varias obras escénicas de diferentes formatos como ‘The End of the Affair’, ‘At the Statue of Venus’, ‘Three Decembers’, ‘Moby-Dick’ o ‘It’s a Wonderful Life’, entre otras.
Utilizando con gran maestría la escritura vocal -Jake Heggie tiene un catálogo de más de 200 canciones- y con un lenguaje musical heredero de la ópera estadounidense, en ‘Dead Man Walking’ hay ritmos afroamericanos, melodías que evocan el espíritu de la Calle 42 y una partitura orquestal y coral de gran fuerza dramatúrgica, que no rehúye nunca la comunicación directa y emocional con el público. Junto a Joyce DiDonato y Michael Mayes, completan el elenco Maria Zifchak, Measha Brueggergosman, Damián del Castillo, Roger Padullés, María Hinojosa, Toni Marsol, Marta de Castro, Viçenc Esteve, Enric Martínez-Castignani, Celia Alcedo, Marifé Nogales, Tomeu Bibiloni, Pablo García-López y Álvaro Martín. Acompañados por el coro infantil Pequeños Cantores de la ORCAM y el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.
En torno a ‘Dead Man Walking’ se ha organizado, el 25 de enero a las 19:30 horas, una interesante mesa redonda con la participación de Federico Mayor Zaragoza (presidente honorario de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte y ex director general de la UNESCO), Juan Ignacio Morro (director general de Naciones Unidas y Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España), Hermana Helen Prejean, Joaquín José Martínez (primer español en salir del corredor de la muerte en Estados Unidos), Asunta Vivó (directora ejecutiva de la CIPM) y Esteban Beltrán (director de Amnistía Internacional España).