En plena polémica por la utilización de azafatas en las competiciones deportivas masculinas, el ciclista colombiano Rigoberto Urán ha dado la razón con un gesto claramente sexista a los que consideran que no tiene ningún sentido su presencia, más que el de ser utilizadas como ‘objeto’.
El ciclista del equipo EF Drapac ganó este fin de semana una etapa de la Colombia Oro y Paz, una carrera en su tierra, en la que doblegó a su compatriota Nairo Quintana, del equipo Movistar. Finalmente fue tercer clasificado en la general.
La polémica llegó en la ceremonia de entrega de premios en el podio. El ciclista recibió una placa y un peluche por su triunfo parcial en la carrera, y tras recibir el segundo de mano de una de las azafatas, no se cortó e hizo saber a ésta, con unos toques en el hombro, que se le olvidaba darle un beso.
Urán no sólo no ve inapropiado su gesto, sino que presume de él. Así, después subió el vídeo del momento a su cuenta de Instagram con el siguiente comentario: “Mija, venga que el pico también es para el tercero”.
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“¿Seguro que el deporte no utiliza a la mujer -azafatas- como objeto?”, se preguntaba en Twitter el periodista deportivo Rubén Martín, de la Cadena COPE.
https://twitter.com/rubenmartinweb/status/963090703965450240
LAS AZAFATAS EN EL DEPORTE
En los últimos días, la presencia de azafatas en las competiciones deportivas ha sido un asunto recurrente de debate. Todo después de la gran controversia que causó la decisión de Liberty Media, propietaria de la Fórmula 1, de acabar con una de las costumbres más arraigadas: la de las chicas de la parrilla, las conocidas como ‘grid girls’. Alegaban que esta tradición “está claramente en desacuerdo con las normas sociales actuales”. A partir de la próxima temporada serán sustituidas por niños.
El Mundial de MotoGP, sin embargo, se mostraba contrario a esta decisión y confirmaba poco después a sus modelos en el ‘paddock’.
Mientras, en el mundo del ciclismo, el Tour Down Under del año pasado, que se disputa en Australia, decidía por primera vez suprimir a las azafatas de los podios. Aquello obligó al resto de organizadores de las carreras a pronunciarse. Hubo decisiones para todos los gustos. Desde mantenerlas, hasta quitarlas, crear equipos mixtos con hombres, cambiar los uniformes, eliminar los besos o dejar el protocolo en manos de la institución local.