Concretamente, el proyecto de reforma de la plaza Pedro Zerolo no aclara varias incógnitas importantes:
- Por qué reduce el espacio accesible para los vecinos, al ser las zonas de césped inaccesibles.
- También por qué se incorpora césped a una plaza urbana de gran tránsito, que provocará acampadas y generará restos de basura, con el peligro sanitario que conlleva.
- Por qué la distribución de parterres es tan caótica que impide atravesar la plaza de una forma recta en una zona de paso fundamental en Chueca.
- Y por qué no se han eliminado, sino que se han aumentado, las barreras arquitectónicas como escaleras y muretes.
- Por qué no se ha contemplado el riesgo que entraña el riego de árboles que necesitan no menos de 50 centímetros de enraizamiento y el agua que filtre el césped, teniendo en cuenta el aparcamiento subterráneo.
- También por qué en el proyecto no aparece el símbolo de la plaza, un gran lazo rojo de acceso al aparcamiento, recuerdo de la lucha contra el VIH.
Hay quien ve el rodillo destructor de los iconos que dejó Ruiz Gallardón por la ciudad y éste es uno de ellos, obra de la arquitecta Teresa Sapey, cuyos temores se han visto cumplidos con la declaración de ayer de las autoridades municipales.
Adiós al lazo rojo
El proyecto hará, además, que se elimine uno de los símbolos de la plaza, el lazo rojo. Éste lleva, desde 2005, lanzando un mensaje contra el Sida, Recordando diariamente la necesidad de protección.
También servía como punto de referencia para la entrada al aparcamiento subterráneo de la plaza. Y como una manera de homenajear a los que en España han muerto por la enfermedad. Un total de aproximadamente 60.000 personas desde 1981.
La reforma no cuenta con el apoyo de los vecinos. Ni tampoco con el respaldo de algunos partidos políticos. De hecho, el PP ‘tumbó’ el proyecto en la Junta de Centro. Aunque el Ayuntamiento continúa con sus planes de llevarlo a cabo.