Desde pasear tallar jabón a una brocha de maquillaje por el micrófono o doblar toallas. Cualquier gesto cotidiano, suave y tranquilo, sirve para estos vídeos ASMR. Las siglas en inglés, que significan “respuesta sensorial meridiana autónoma”, sirven para referirse a la utilización de material audiovisual hipnótico para la obtención de placer a través de estímulos sensitivos. Es decir, los llamados orgasmos cerebrales.
En los vídeos no pasa nada, salvo la actividad que sirva para relajar. No hay hilo narrativo, no hay acción. Sólo planos lentos y relajados que buscan provocar el placer del espectador.
Todos estos vídeos ASMR tienen además en común que usan cámaras de alta definición y micrófonos ultrasensibles. Así pueden captar cada matiz de los sonidos. Gracias a ellos, millones de usuarios de YouTube se han rendido a experimentar esos orgasmos cerebrales. Pero también han sido millones los que lo han hecho posible, grabando sus vídeos para el resto de la humanidad.
Además del puro placer sensitivo que provocan los vídeos ASMR, los creadores de los vídeos hacen hincapié en que ayudan a dormir, reducir el estrés o la ansiedad.
Entre los que más éxito tienen en YouTube, los de susurros. Hombres, pero sobre todo mujeres, narrando textos de relajación al micrófono. Pero también existen otros en los que se tamborilea con las uñas en una caja de cartón, una persona rasca la cabeza a otra, alguien escribe con pluma lentamente sobre un folio, una chica se pasa un bastoncillo por el oído… Las posibilidades son casi tan infinitas como los vídeos ASMR que arrasan en YouTube.
Y es que son capaces de crear adicción. El ritmo pausado, la repetición de imágenes, la delicadeza de los gestos y la alta calidad del sonido hacen que muchos no puedan dejar de verlos. Hasta ahora, entre los más de 10 millones colgados en YouTube, triunfan los del canal ‘Gentle Whispering ASMR’, que se dedica prácticamente sólo a esta técnica.