Aunque el Brexit todavía no se ha producido -está programado para marzo de 2019- sus efectos ya se dejan notar. Así, la cifra de ciudadanos de países de la Unión Europea llegados a Reino Unido en 2017 se situó en su nivel más bajo de los últimos cinco años.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadística británica, la inmigración neta global en el país, es decir, la diferencia entre el número de los que llegaron para vivir en el Reino Unido durante al menos 12 meses y aquellos que optaron por marcharse, aumentó el pasado año hasta las 282.000 personas, frente a las 249.000 del año anterior, aunque se situó lejos del máximo de 332.000 registrado en 2015.
A pesar del aumento de la inmigración neta, el número de ciudadanos llegados de otros países de la Unión Europea bajó en 2017 hasta las 101.000 personas frente a las 133.000 de 2016. También se produjo un récord de europeos que dejaron suelo británico, con una cifra estimada en 139.000. El único año con similar nivel de salidas fue en el 2008 cuando se marcharon 134.000.
El año 2017 es el primero completo en el que se recogen datos tras el referéndum de junio de 2016 sobre el Brexit, en el que el 52 por ciento de los electores votaron a favor de abandonar la UE.
La inmigración neta de ocho países del Este de Europa, que entraron en la UE en el 2004 –Polonia, República Checa, Hungría, Lituania, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia y Lituania– ha pasado de 42.000 en el 2016, antes del referéndum, a 6.000 en el 2017. Y, desde el referéndum, la inmigración neta de países como Alemania, Italia, Francia o España se ha reducido a casi la mitad.