Tras una semana en el poder, los talibanes comienzan a impacientarse con Estados Unidos, cuya salida definitiva del país parece que se alargará más allá del 31 de agosto previsto debido al caos en el aeropuerto de Kabul durante las evacuaciones, que continúan produciéndose a cuentagotas y donde España está desempeñando un papel vital en la acogida de refugiados.
Desde que los talibanes tomaron el poder, la zona militar del aeropuerto internacional Hamid Karzai de Kabul es en la práctica el único lugar del país que sigue bajo el control de las fuerzas internacionales, con Estados Unidos comandando la seguridad para evacuar a miles de ciudadanos extranjeros y aliados afganos.
Sin embargo, esas salidas se han visto ralentizadas por el caos en el aeropuerto, donde desde hace una semana miles de personas se aglutinan en sus entradas para tratar de acceder a alguno de los vuelos de evacuación, provocando la muerte de al menos siete civiles, según informó el domingo el Gobierno británico.
Evacuaciones desde el 14 de agosto
En un proceso más lento de lo esperado, Estados Unidos ha evacuado a unas 37.000 personas de Afganistán desde el pasado 14 de agosto, aunque más de 10.000 de ellas han logrado abandonar el país solo en las últimas 24 horas.
Las fuerzas internacionales se han puesto como objetivo concluir las evacuaciones antes del próximo 31 de agosto, que era el día que Washington había fijado como límite para retirarse por completo del país.
Los talibanes, pendientes de la retirada de las fuerzas militares estadounidenses
Biden «anunció este acuerdo por el que el 31 de agosto retirarían todas sus fuerzas militares. Así que, si ellos la extienden, eso significa que están extendiendo la ocupación cuando no hay necesidad de ello», dijo el portavoz de la organización islamista en una entrevista a la cadena británica Sky News.
La extensión de las evacuaciones «creará desconfianza entre nosotros. Si hay intención de continuar la ocupación esto provocará una reacción», agregó Shaheen.
Sin embargo, todavía son miles las personas que esperan poder salir de Afganistán, la mayoría de ellas extrabajadores de las fuerzas de la coalición y sus familias, que temen ser considerados y castigados como traidores por los talibanes.
Problemas en casa
Mientras tanto, los talibanes intentan mantener bajo control los conflictos domésticos tratando de aplacar la resistencia que les ha impedido controlar la totalidad del país.
Con la norteña provincia de Panjshir presentando aún resistencia, los talibanes están negociando una rendición o la toma por la fuerza de la única de las 34 regiones de Afganistán que no ha caído bajo el control del grupo insurgente, y donde permanecen centenares de soldados y guerrilleros locales atrincherados.
Panjshir es base del frente de la Alianza del Norte, una formación guerrillera de «señores de la guerra» que fue liderada por el carismático guerrillero Ahmad Shah Massoud, conocido como el «León de Panjshir», que han resistido y protegido la región durante décadas.
Ahora, el hijo del ya fallecido «León de Panjshir», el joven Ahmad Massoud, se ha presentado como el líder de este movimiento, que resiste, junto a cientos de soldados, la ofensiva de los talibanes. Ya ha hecho público en varias ocasiones en los últimos días su disposición a negociar con la insurgencia, pero sin temor a hacerles frente si es necesario.