- Una dieta saludable, como la mediterránea, así como realizar ejercicio físico regular, puede mejorar la tolerancia al tratamiento del paciente oncológico, ayudar a la recuperación de las secuelas y, en general, mejorar su calidad de vida
La malnutrición tiene una alta incidencia en los enfermos con cáncer y es un factor de mal pronóstico. Por ello, el Hospital Universitario General de Villalba, perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, trató la importancia de este aspecto y del ejercicio físico en este grupo poblacional en la ‘Jornada online de Nutrición para el paciente oncológico’, organizada de forma telemática junto a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), y en la que se analizaron los mitos más frecuentes relacionados con la nutrición del enfermo de cáncer. La conferencia ha coincidido en el tiempo con el Día Internacional contra el Cáncer de Colon, que se celebra hoy, 31 de marzo.
“La incidencia de la malnutrición oscila entre el 15 y el 40 por ciento en el momento del diagnóstico del cáncer”, explicó la Dra. Ana Herrero, jefa adjunta del Servicio de Oncología del centro, que añadió que “la desnutrición es un indicador de mala respuesta al tratamiento y de disminución de la supervivencia”. Los pacientes con más riesgo de desnutrición son aquellos que tienen tumores de cabeza y cuello, esófago-gástrico, de colon o de páncreas, así como aquellos sometidos a grandes cirugías, sobre todo en el aparato digestivo.
Los principales mitos en la alimentación del paciente oncológico
Enrique Sanz, dietista-nutricionista clínico del Hospital Universitario General de Villalba, repasó las falsas creencias y las principales recomendaciones en torno a la alimentación del paciente oncológico. “En Internet encontramos muchísima información y consejos basados en mitos, creencias irracionales y sin evidencia científica”, recordó, advirtiendo que no existe ningún “súper alimento ni combinación de alimentos que cure el cáncer y que la única dieta que ha demostrado ser beneficiosa para la salud es la dieta mediterránea”.
Entre los mitos más extendidos se encuentra la creencia de que el agua con limón cura el cáncer, que el azúcar lo “alimenta”, que los productos integrales engordan menos o que la sacarina es cancerígena; y todas esas afirmaciones son falsas, aseveró. Además, apuntó: “los suplementos nutricionales no son necesarios en personas que lleven una dieta equilibrada, por lo que no se recomienda su uso”.
Recomendaciones alimenticias
Entre las principales recomendaciones, Sanz subrayó: realizar cinco comidas al día, procurando tener horarios más o menos fijos; seguir el método del plato saludable (50 por ciento de hortalizas y verduras; 25 por ciento de proteínas y 25 por ciento de carbohidratos); evitar el consumo de azúcares libres y alimentos y bebidas con azúcares añadidos; elegir alimentos ricos en fibra; limitar el consumo de bebidas alcohólicas; evitar fritos y asados a la parrilla; y moderar el consumo de carne roja.
El ejercicio físico reduce las posibilidades de sufrir tumores
Por su parte, Soraya Casla, responsable de la Unidad de Ejercicio Físico de la AECC, abordó durante la jornada la importancia del ejercicio físico para el paciente con cáncer, destacando sus beneficios en este grupo poblacional y en las diferentes fases de su proceso.
Y es que numerosos estudios demuestran las ventajas de la actividad física en la prevención del cáncer. “En 2016 se vio que aquellas personas que hacían al menos 150 minutos de ejercicio físico a la semana reducían entre el 15 y el 20 por ciento el riesgo de tener hasta 26 tipos de tumores, con una disminución muy significativa en 13 de ellos”, aseguró la representante de la AECC. Además, el ejercicio físico también ayuda a paliar los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer. En concreto, la especialista recomendó realizar ejercicio físico cardiovascular moderado y ejercicio físico de tonificación tres veces por semana durante 30 minutos en cada uno de los dos casos.