El segundo intento de asesinato contra Donald Trump ha vuelto a sacudir la carrera presidencial hacia la Casa Blanca en Estados Unidos, generando gran conmoción en un momento en el que las encuestas muestran un empate técnico entre el expresidente y la candidata demócrata Kamala Harris. El incidente ocurrió el domingo pasado en el club de golf de Trump en Florida, cuando un hombre armado fue interceptado por el Servicio Secreto antes de llevar a cabo el ataque. Este suceso ocurre después del primer atentado en junio en Butler, Pensilvania, donde un disparo hirió levemente a Trump en la oreja mientras daba un mitin, lo que consolidó su imagen de resiliencia entre sus seguidores.
La reconstrucción del último intento de asesinato revela que un hombre identificado como Ryan Wesley Routh, de 58 años, se ocultó entre los arbustos cercanos al campo de golf con un rifle equipado con mira telescópica. Los agentes detectaron al sospechoso, quien huyó en su vehículo, pero lo detuvieron en un control policial. Aunque neutralizaron el incidente antes de que ocurriera algún daño físico, el hecho de que un individuo con un arma de largo alcance se acercara tanto al expresidente ha generado dudas sobre la seguridad que brinda el Servicio Secreto.
El primer intento de asesinato contra Trump en Pensilvania, ocurrido en un acto público y televisado, aumentó su popularidad y proyectó su imagen como una figura que no solo sobrevivía, sino que salía fortalecida de los ataques. Este segundo intento, sin embargo, no ha tenido el mismo impacto mediático ni electoral. La ausencia de imágenes dramáticas y la incertidumbre sobre el nivel de peligro al que estuvo expuesto Trump han disminuido el efecto del suceso en los sondeos.
División agresiva
Los republicanos, que habían reaccionado con un mensaje de unidad tras el primer atentado, esta vez han adoptado una postura mucho más agresiva. Han culpado abiertamente a los demócratas, y en particular a la retórica de Kamala Harris, por lo que consideran un clima de odio hacia el expresidente. El asesor de Trump, Dan Scavino Jr., acusó directamente a Harris en las redes sociales, mientras que otros líderes republicanos señalaron la narrativa de la izquierda sobre Trump como un dictador como factor que incita a la violencia.
Kamala Harris, por su parte, ha condenado enérgicamente el intento de asesinato y ha instado a evitar que este tipo de incidentes lleve a más violencia. En un comunicado oficial, se comprometió a garantizar que el Servicio Secreto cuente con los recursos necesarios para proteger a los candidatos en esta tensa carrera presidencial. Los demócratas han respondido principalmente con preocupación por la creciente violencia política, en contraste con los republicanos, que insisten en que el discurso de la izquierda contribuye a estos actos.
El presidente Joe Biden, al abordar la situación, también pidió al Congreso más recursos para reforzar la seguridad del Servicio Secreto. Aunque el tiroteo no ha tenido un impacto inmediato en las encuestas, las consecuencias políticas del ataque son inciertas. La polarización que define esta campaña electoral podría verse exacerbada, con ambos lados utilizando el incidente como herramienta para movilizar a sus bases.