La Unión Europea (UE) y el Mercosur firmaron este viernes en Montevideo un histórico acuerdo que establecerá la mayor zona de libre comercio del mundo, tras 25 años de negociaciones. Con un mercado combinado de más de 700 millones de personas, este pacto permitirá a la UE acceder a 268 millones de consumidores sudamericanos, mientras que Mercosur gozará de aranceles preferenciales para sus productos agropecuarios en un mercado europeo de 450 millones de habitantes.
El acuerdo, celebrado durante la cumbre de presidentes del Mercosur, incluye compromisos adicionales en sostenibilidad y obligaciones ambientales, elementos que habían bloqueado su ratificación en 2019. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, destacó la importancia política y económica del tratado, calificándolo como un mensaje de unidad frente a los crecientes desafíos geopolíticos. “Estamos enviando un mensaje claro y poderoso al mundo”, declaró desde la capital uruguaya.
El obstáculo de Francia
Francia se perfila como el principal obstáculo para la ratificación, expresando que el tratado es “inaceptable tal y como está” debido a preocupaciones ambientales y sobre la competencia de su sector agrícola. En contraste, países como España y Alemania defienden el pacto, argumentando que es crucial para contrarrestar la influencia de China y diversificar fuentes de materias primas críticas en la transición energética.
El acuerdo no solo busca fortalecer los lazos comerciales, sino que también se interpreta como una estrategia para reducir la dependencia de las potencias globales tradicionales. Desde Mercosur, los mandatarios subrayaron la importancia del acceso a mercados europeos, con el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, destacando los valores compartidos más allá del comercio.
Tras la firma, se inicia una fase de revisión jurídica y traducción que podría durar al menos seis meses. Posteriormente, los textos serán presentados para su ratificación al Parlamento Europeo y al Consejo de la UE, donde se anticipan arduas negociaciones. La etapa final requerirá mayoría cualificada en Europa, mientras que en América Latina, cada país ratificará el tratado según sus procedimientos internos.