El éxodo y el absentismo escolar ha aumentado en Venezuela un 60% en los últimos días. Es una de las consecuencias de la crisis venezolana. La falta de recursos ha hecho que ni alumnos ni profesores puedan acudir a clases, dejando las aulas vacías en colegios y universidades.
Tanto es así que el ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, ha hecho un fuerte llamamiento para que los siete millones de escolares de primaria y secundaria acudan esta semana al inicio del curso. Sin embargo, la falta de condiciones para ir a la escuela ha hecho que el 60% se quede en casa.
Un absentismo que llega también desde el lado de los profesores, cuya deserción ronda entre el 30 y el 40%. Muchos de ellos, como otros profesionales, han huido a países cercanos. Entre ellos, Colombia, Chile o Ecuador, donde les ofrecen atractivos sueldos de entre 3.000 y 6.000 dólares. En Venezuela, con el llamado ‘paquetazo rojo’ de Maduro, apenas llegan a los 25 dólares.
La falta de alimentos, medicinas, la caída de ingresos, la hiperinflación y la imposibilidad de comprar material escolar ha hecho que sean sólo 3 millones de escolares los que se han incorporado a las clases. Menos de la mitad de los que tendrían que acudir a las aulas.
Los colegios y universidades lucen vacíos. Algunas aulas presentan además deficiencias. Y es que los recursos destinados a Educación son pocos. Así, se han eliminado también aspectos como el vaso de leche diario para los alumnos. Sin dinero para transporte o alimentos, muchas familias han decidido no llevar a sus hijos al colegio.
Universidades
En las universidades el panorama es desolador. Hay especialidades docentes, como Física, Química o Matemáticas, en las que sólo ingresaron dos o tres alumnos. En otras facultades, como en la de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, ni siquiera abrirán al no tener alumno alguno.
La deserción de profesores universitarios, profesionales y técnicos está dejando al país sin recursos humanos para el desarrollo y formación de nuevas generaciones. Aunque no es la única profesión. Desde que estallara la crisis, más de 22.000 médicos se han marchado. También más de 5.000 enfermeros, 6.000 bioanalistas o radiólogos y terapeutas.