Paz Esteban se convirtió hace poco más de dos años en la primera mujer al frente del CNI y la única persona con carrera en «la casa» que accedía al cargo. Quería modernizar los servicios secretos, dar una imagen de cercanía y transparencia y llevar a cabo su transformación digital, un propósito que ahora se tambalea por Pegasus.
La directora del CNI está en la cuerda floja y podría ser la primera víctima que se cobre el espionaje a más de 60 políticos independentistas pero también al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, cuyos teléfonos móviles fueron atacados por el mismo sistema espía.
Los socios de investidura y Podemos han pedido reiteradamente su cabeza al señalarla directamente como responsable de la infección de los terminales, si bien ha contado con el apoyo de la ministra Robles, que confió en ella para ponerla al frente del espionaje español y que ayer mismo realizó una encendida defensa de su actuación en el Congreso.
Hoy es su turno de ofrecer explicaciones en la Cámara. Esteban acude este jueves a la comisión de secretos oficiales para dar cuenta del espionaje a través de Pegasus en un intento de salvar la cara del CNI y su quehacer en los servicios de inteligencia, a los que ha dedicado casi cuarenta años de su vida profesional.
Esteban llegó a la dirección de la «casa» con el propósito de «dar un salto cualitativo» para hacerla «más moderna, más flexible e integrada», revisar su estructura interna, completar un «proyecto de transformación digital» y acercarla a la ciudadanía. Lo dijo en su toma de posesión, el 10 de febrero de 2020, en presencia de Robles.
Cuando accedió al cargo, llevaba ya cinco meses como directora interina tras el retiro de Félix Sanz Roldán, que pasó a la reserva después de una década al frente y tras unos meses accidentados por los ataques que recibió de parte del excomisario José Villarejo.
Nacida en Madrid en 1958 y licenciada en Filosofía y Letras, fue una de las primeras mujeres que entró en el CNI, allá por el año 1983, cuando todavía era el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID). Desde 2004 ha ocupado cargos en puestos de dirección.
En 2010, al poco de que Sanz Roldán fuera nombrado director, pasó a ser la directora de su gabinete técnico y en 2017 ascendió a número dos -secretaria general-.
Estuvo junto a él durante toda su jefatura, en la que el general consiguió seguir al frente de los servicios secretos con gobiernos del PP y PSOE.
Cercana con los suyos, detallista, exigente y meticulosa, en «la casa» se acogió con alegría su nombramiento. Para los suyos fue un «acierto al cien por cien» que valoraron entonces la estabilidad que iba a dar al organismo que vela por la seguridad nacional.
Accesible aunque reservada en público y nada pagada de sí misma, sino más bien «como una madre», como la definen sus compañeros, Esteban ha estado siempre pendiente de sus empleados y deseosa de dotar a los trabajadores del CNI de un plan de carrera.
«Quiero que nuestra sociedad, nuestros conciudadanos, puedan estar tranquilos y confiar en que su servicio de inteligencia va a trabajar y esforzarse por garantizar su seguridad, su progreso y bienestar», dijo durante su toma de posesión.
Especialista en política internacional, ha comandado durante 15 años un organismo con alrededor de 3.500 trabajadores mezcla de civiles y militares pero con una presencia cada vez más acentuada de los primeros, a los que ella pertenece. «Cuídense, cuiden su identidad digital y cuidemos todos nuestros datos». Con este ruego finalizó una de sus últimas intervenciones públicas presagiando lo que estaba por venir.