El juez Manuel García Castellón, a petición de la Fiscalía, ha acordado este miércoles su puesta en libertad ante la imposibilidad de poder juzgarle antes de noviembre, cuando cumple el límite máximo de 4 años desde que se decretó su prisión preventiva tras su detención en la Operación Tándem.
Ha dejado claro que no piensa huir, sino que va a declarar en la treintena de piezas en las que se le investiga. Sin ir más lejos, mañana, cuando está citado en la Audiencia Nacional por dos de ellas y piensa contar «cosas muy interesantes».
«Las cloacas no generan mierda, la limpian», ha asegurado
El excomisario, investigado por la Audiencia Nacional en el caso Tándem, ha salido pasadas las 18.30 horas de la cárcel madrileña de Estremera, en la que permanecía en prisión provisional desde noviembre de 2017, con la advertencia de que ahora va a poder hablar para defenderse.
«Es la única razón por la que me han tenido preso, para que no hablara», ha manifestado Villarejo a los periodistas nada más salir de prisión con un parche en el ojo izquierdo, debido a los problemas médicos que sufrió hace unas semanas, una boina y una mascarilla con la bandera de España estampada.

El magistrado, como el fiscal, advierte de que aún existe riesgo de fuga, de ahí que le haya impuesto estrictas medidas cautelares: comparecencias diarias en el juzgado más próximo a su domicilio, prohibición de salida de territorio nacional y retirada de pasaporte, «con requerimiento expreso de prohibición de obtener uno nuevo», y la obligación de comunicar cualquier cambio de domicilio.
«Lo único que quiero es defenderme», ha asegurado Villarejo, que ha vuelto a atribuir al exjefe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Félix Sanz Roldán, su estancia en prisión, un tiempo, ha dicho en tono irónico, «de meditación» para «pensar sobre el bien y el mal».