«Sois unos débiles». Así se dirigía Trump a los gobernadores antes de que EEUU viviera su octava noche de disturbios y protestas tras la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un agente de policía. El presidente ha pedido mano dura contra la violencia y ha activado al Ejército para acabar con las protestas.
En los jardines de la Casa Blanca, Trump aseguraba tajante que «soy el presidente de la ley y el orden». Por eso, anunciaba el despliegue de «miles y miles de soldados y agentes del orden fuertemente armados». Su objetivo no es otro que asegurarse de que se cumple el toque de queda para contener las protestas. Dicho y hecho. A las 11 de la noche un helicóptero del Ejército realizaba vuelos muy bajos en Washington para tratar de dispersar a los manifestantes.
Trump invocaba para ello una ley de 1807, que le permite desplegar al Ejército allí donde los gobernadores no pueden frenar la violencia. Las protestas han sido a calificadas por el presidente como «terrorismo doméstico». Aunque la mayoría son pacíficos, Trump afirmaba que «protegeré vuestras vidas y vuestros derechos». Y aludía explícitamente a la segunda enmienda, la que protege la posesión de armas.
El tono autoritario y militarista de Trump ha provocado la incredulidad y la indignación en el país.
Gobernadores
A todo ello se une su charla telefónica con los gobernadores de los 50 estados del país. Que fue, cuanto menos, acalorada. No dudó Trump en insultarles y pedirles mano dura contra las protestas.
«Tenéis que imponeros porque si no os van a pasar por encima y vais a parecer una banda de gilipollas», les decía. «Tenéis que detener y procesar a la gente», ordenaba. «Si no paráis esto, todo va a ir a peor», auguraba, añadiendo que «la mayoría de vosotros sois unos débiles». Tampoco dudaba en llamarles «tontos» en una conversación en la que se mostró muy alterado.
Tras la arenga y el toque de queda, la policía pasaba a la acción para expulsar a los manifestantes del parque de Lafayette, cercano a la Casa Blanca. Para ello utilizaron gases lacrimógenos. Los empujones y las carreras se sucedieron y la situación se descontroló rápidamente. Los manifestantes reaccionaron lanzando piedras, bengalas, bombonas de gas y hasta patinetes.