Irán y Arabia Saudí han anunciado el acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas, rotas desde 2016 y cuyas tensiones han tenido repercusión en conflictos regionales como Libia, Líbano y Yemen. La mediación de China ha sido clave para el restablecimiento de la diplomacia entre Irán y Arabia Saudí, dado que el gigante asiático es uno de los principales importadores de energía de los dos países árabes.
“La República Islámica de Irán y el Reino de Arabia Saudí han decidido reanudar sus relaciones diplomáticas y reabrir sus embajadas en dos meses”, reza el comunicado conjunto de las dos grandes potencias chií y suní, respectivamente, de Oriente Próximo.
El jefe de la diplomacia iraní, Hosein Amir-Abdollahian, y su homólogo saudí, Faisal bin Farhan, tienen previsto mantener una reunión en los próximos días para discutir la reapertura de sus sedes diplomáticas y la acreditación de los nuevos embajadores, según IRNA.
China se ha sumado al comunicado lanzado por los dos países árabes y se erige como el artífice del deshielo diplomático. El jefe de la diplomacia china, Wang Yi, también se ha congratulado por lo que definió como la “victoria del diálogo” entre Arabia Saudí e Irán. También ha remarcado la “buena fe” y la “confianza” que Pekín ha aportado al acuerdo.
China, que el mes pasado recibió al presidente de Irán, el intransigente Ebrahim Raisi, es además uno de los principales compradores de petróleo saudí. Xi Jinping visitó Riad en diciembre para reunirse con naciones ricas en petróleo del Golfo Pérsico, cruciales para el suministro de energía de China, tal y como recoge Infobae.