Una sola frase ha bastado para crispar el ya tenso debate en Francia sobre el pasaporte de vacunación: las ganas del presidente, Emmanuel Macron, de «fastidiar» o «joder» a los no vacunados, según las distintas acepciones del verbo «emmerder», han encendido aún más la mecha en el país vecino por la inminente aprobación de la ley que prohibirá la entrada de los no vacunados a los espacios públicos.
Su frase en el diario Le Parisien dejaba clara la intención de Macron de hacerle la vida imposible a quienes están todavía sin inmunizar, unos cinco millones en todo el país, que con la aprobación de ese pasaporte verán vetada su entrada a lugares públicos así como bares, restaurantes y lugares de ocio.
«Yo no estoy para cabrear a los franceses. Echo pestes todo el día contra la Administración cuando los bloquea. Pues bien, a los no vacunados tengo muchas ganas de fastidiarlos. Y lo vamos a seguir haciendo hasta el final», dijo en ese periódico, que adelantó por la noche la entrevista en su web y la publica en papel hoy miércoles 5 de enero.
Macron, que no se ha proclamado todavía candidato para las elecciones presidenciales de este mes de abril, aunque sí ha avanzado que le apetece, admitió en diciembre que algunas de sus declaraciones en este mandato habían herido a los franceses y decía haber aprendido la lección.
Estrategia política
La palabra elegida en esta ocasión ya había sido pronunciada en 1966 por el entonces primer ministro, Georges Pompidou, para cargar contra el aparato burocrático pidiendo que dejara de «joder» a los ciudadanos.
Su uso ahora no parece improvisado, el Elíseo no lo corrigió en la lectura previa a su publicación y ha sido visto como un intento de hacer cambiar de opinión a los no vacunados y de recoger el hartazgo de quienes sí han recibido las dosis y están cansados de las restricciones.
«Siempre hemos dicho las cosas de forma extremadamente clara y seguiremos haciéndolo. ¿Quiénes fastidian la vida a quiénes? Los que se oponen a las vacunas«, reiteró este miércoles tras el Consejo de Ministros el portavoz gubernamental, Gabriel Attal.
Ambiente irrespirable en el Parlamento francés
La onda expansiva de la declaración del presidente francés ha calado hondo y llevó en un primer momento a suspender la pasada noche el examen en la Asamblea Nacional del proyecto de ley sobre el pasaporte de vacunación, que, finalmente, se ha retomado este miércoles a las 15:00 hora local entre amenazas recibidas por algunos legisladores franceses por parte de grupos antivacunas.
Fue la segunda cancelación nocturna consecutiva en dos días, en una sesión marcada por el intercambio de gritos y abucheos, y aunque no parece poner en entredicho su aplicación en torno al 15 de enero, después de superar el trámite tanto en el Parlamento nacional como en el Senado, sí refleja la división política en el país galo. De hecho, el presidente de la sesión, Marc Le Fur, suspendió la sesión porque no estaban dando las condiciones para realizar un «trabajo sereno».
Datos covid y de vacunación
Francia ha superado en los últimos días los 200.000 contagios diarios, con un récord de 271.686 este martes, y desde el inicio de la campaña de vacunación, en diciembre de 2020, el 78,6 % de la población total ha recibido al menos una dosis y el 76,9 % tiene ya la pauta completa.
«Nuestra lucha contra la epidemia está lejos de terminar. Con la llegada de ómicron la epidemia ha cambiado de naturaleza y de dimensión», advirtió el portavoz gubernamental, recordando que la estrategia reciente del Ejecutivo aboga por que el peso de las restricciones recaiga sobre quienes no quieren inmunizarse.