La Comisión Europea está harta de Italia. Los Presupuestos no convencen en Europa, desde donde se acusa al Gobierno italiano de tramar un derrape fiscal «sin precedentes en la historia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento». La carta enviada por el vicepresidente de la Comisión y el comisario de Economía de la misma, supone dar el primer paso para tumbar las cuentas italianas. Una decisión que tampoco tiene precedente en la historia de la zona euro.
Bruselas ha decidido elevar la presión y amenaza ya al Gobierno de Conte con abrir un expediente de procedimiento de déficit excesivo por incumplir el criterio de reducción de deuda. Una medida del todo disciplinaria que en caso de enconamiento podría llegar a sanciones multimillonarias.
La carta se enviaba después de que los socios más duros de la zona euro llamaran al orden a Conte. El primer ministro italiano ha mantenido reuniones bilaterales con Merkel y con el primer ministro holandés, Mark Rutte. En ellas intentaba buscar la clemencia que la Comisión no está dispuesta a conceder.
Fue el canciller austriaco, Sebastian Kurz, que «no me genera ninguna simpatía el proyecto de Presupuestos que Italia ha enviado a Bruselas». Su país, que preside este semestre la UE, «no va a pagar por las deudas y las promesas de las campañas populistas de otros».
Presupuestos imposibles
El enfrentamiento de Italia con Bruselas se debe al déficit público que el Gobierno italiano incluye en sus Presupuestos. Y es que triplican el objetivo prometido a la Unión Europea.
La Comisión ha dado cuatro días, hasta el 22 de octubre, para que el Ejecutivo italiano rectifique. Tal es la preocupación que el comisario de asuntos económicos, Pierre Moscovici, se ha desplazado ya hasta Roma para entregar en mano la carta de advertencia.
Juncker ha aprovechado para recordar que el Ejecutivo comunitario ha sido extremadamente flexible con Italia en los últimos tres años. Gracias a ello, el país ha podido gastar 30.000 millones de euros adicionales. Sin embargo, no todos los gobiernos de la Eurozona están contentos con esta política de flexibilidad.
Además, la indisciplina italiana puede darles alas para frenar las nuevas reformas en las que trabaja la Eurozona.