Ni Yolanda Díaz se libra de pulsar el botón equivocado. Hace unas semanas el PP vivió su terremoto particular tras la votación errónea del diputado Alberto Casero en el Congreso de los Diputados. Hoy ha trascendido que la diputada gallega cometió un error al votar en contra de investigar los crímenes del franquismo el pasado martes, según publica Juanma Lamet, periodista del diario El Mundo.
Lo cierto es que no es la primera vez que ocurre algo similar en el hemiciclo. Pablo Iglesias votó a favor de los presupuestos de Mariano Rajoy dos veces cuando su grupo parlamentario se encontraba en la oposición en 2017. Alberto Casero, diputado del PP fue objeto de la polémica al votar a favor de la reforma laboral hace unas semana. Una reforma abanderada precisamente por la vicepresidenta segunda del Gobierno y Ministra de Trabajo, protagonista de la noticia de hoy.
La proposición de Ley del Grupo Parlamentario Mixto fue presentada con el apoyo de ERC, PNV, EH Bildu, Más País, Compromís, Junts per Catalunya, BNG y CUP. En ella se buscaba explorar vías alternativas para los tribunales españoles que permitan juzgar crímenes del franquismo. El PSOE votó en contra (junto a PP, Vox, Cs, PRC y Coalición Canaria) al considerar que vulnera los principios de legalidad, seguridad jurídica e irretroactividad.
Los errores en las votaciones del Congreso parecen más habituales de lo que se piensa. Pablo Iglesias y Alberto Casero han sido dos de los casos más sonados en la política reciente. Según publicó el diario El País, se sucedieron casi 1.800 errores en votaciones en dos años, sobre una muestra de datos con 2.971 votaciones públicas recogidas. Casi nunca son votos decisivos como el de Alberto Casero, cuyo votación favoreció que la reforma laboral de Yolanda Díaz saliera adelante.
Adriana Lastra (PSOE), Macarena Olona (Vox) y Oskar Matute (Bildu) han protagonizado anécdotas parecidas sin tener una trascendencia mayor, al tratarse de propuestas que salieron adelante o fueron tumbadas como se pretendió en cada caso. El error de Yolanda Díaz supone un capítulo más de la fatídica colección de equivocaciones en votaciones que cosecha el Congreso de Diputados.
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