La fuerza aérea de Rusia aterrizó este pasado lunes en Venezuela con dos aviones bombarderos nucleares. Junto a ellos, un centenar de militares rusos. El desembarco se produce una semana después de que Nicolás Maduro viajara por sorpresa a tierras rusas.
Los bombarderos que han llegado suponen una amenaza y un peligro porque son los mayores bombarderos supersónicos del mundo. Los más potentes y rápidos. Su diseño les permite volar a cualquier altitud y a una amplia cota de velocidad. Puede alcanzar blancos a miles de kilómetros y es incluso de mayor tamaño y más rápido que los temibles B-1B Lancer de EEUU.
Ese peligro de por sí, unido a las declaraciones del ministro de Defensa de Venezuela, –Vladimir Padrino-, hacen de esta llegada una auténtica amenaza. “Nos estamos preparando para defender Venezuela hasta el último palmo cuando sea necesario”, dijo a pie de escalerilla.
Y es que fue él el encargado de recibir a los bombarderos y los militares. Aunque intentó calmar los ánimos de sus adversarios: “Nadie debe preocuparse por su presencia [la de los bombarderos] en territorio venezolano”.
La llegada de estos aviones representa para Maduro “una demostración de fuerza”.
Putin-Maduro
El operativo militar se produce después de la visita de Maduro a Puton hace una semana. Durante su estancia en Moscú, el presidente venezolano cerró la firma de contratos con Rusia para “garantizar inversiones por un monto superior a los 6.000 millones de dólares”.
Las relaciones bilaterales entre ambas naciones como socios estratégicos es conocida. Ya Hugo Chávez, en 2005, las afianzó.
En los últimos años, además, Rusia se ha convertido en el prestamista del régimen venezolano. Al menos, han otorgado 17.000 millones de dólares. Algunos de ellos, aseguran, han sido perdonados por incumplimiento en el pago.