El FMI (Fondo Monetario Internacional) ha terminado plegándose a las peticiones de Macri para darle el préstamo que éste reclamaba para Argentina. Y, de paso, Lagarde decidía darle una propina de 7.000 millones más.
El principal organismo de financiación del mundo ha adelantado, como pedía el Gobierno argentino, la entrega de un crédito de 50.000 millones de dólares. Un préstamo concedido el pasado mes de junio pero que no se ha hecho efectivo hasta ahora. A ello se sumarán otros 7.000 millones que Lagarde ha decidido otorgar como propina.
Mejor imposible para el Gobierno de Macri, presionado por sindicatos, oposición y movimientos sociales. Sin mayoría en ninguna de las dos Cámaras y con una inflación prevista del 35% para el fin de año.
Argentina logra garantizarse un colchón para amortiguar los embates de los vaivenes económicos del país. También para llegar a las elecciones de 2019 con los bolsillos algo más llenos. O, al menos, con reservas de sobra.
La excelente relación entre Macri y Lagarde ha hecho posible este acuerdo. Unos fondos que, además, serán utilizados como soporte presupuestario. Además, la directora del FMI ha dado su respaldo casi incondicional al Gobierno argentino porque «se trata de estabilizar su economía».
Primer reto de Sandleris
La renuncia de Luis Caputo del Banco Central de Argentina deja a su sustituto, Guido Sandleris, con un gran reto por delante. Será el encargado de cumplir la apuesta del FMI. Un organismo que prefiere la libre flotación de la moneda antes que la intervención selectiva.
Las primeras declaraciones, quizás precipitadas de Sandleris ya pusieron techo al valor de la moneda, el BC intervendrá si supera los 44 pesos.