Hoy, el mundo conmemora el décimo aniversario del Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), una fecha que destaca los avances en la comprensión y el tratamiento de esta afección neurológica que afecta a millones de personas en todo el mundo. El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), también llamado Enfermedad de Willis-Ekbom, provoca sensaciones incómodas en las piernas, como picazón, hormigueo o tirones. Generalmente durante el reposo o la noche. Estas sensaciones crean una necesidad abrumadora de mover las piernas para aliviarlas.
El psicólogo Francisco Segarra, experto en Medicina del Sueño por la Sociedad Europea de Investigaciones del Sueño (ESRS) y responsable de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia Quirónsalud, enfatiza la importancia de reconocer los síntomas y buscar ayuda médica si se sospecha de este trastorno. “Un diagnóstico temprano puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen”, indica.
Según el experto, se desconoce la causa de la mayoría de los casos del SPI, que afecta del 5 al 10% de los adultos y del 2 al 4% de los niños y se observa en mujeres con más frecuencia que en hombres. “Personas de todas las edades pueden desarrollar SPI, pero los síntomas más graves tienden a ocurrir en los adultos mayores”, afirma.
Asociación con otras afecciones médicas
Cabe destacar, tal y como reconoce Francisco Segarra, que a veces, el SPI se asocia con otras afecciones médicas, como enfermedad renal en etapa avanzada, deficiencia de hierro, neuropatía, esclerosis múltiple o enfermedad de Parkinson.
“El SPI también puede ocurrir temporalmente durante el embarazo, y alrededor del 20% de las mujeres desarrollar SPI durante el tercer trimestre. Los síntomas del SPI suelen disminuir después del parto”, asevera el especialista. Las sensaciones asociadas con el SPI son distintas de las sensaciones normales que experimentan quienes no padecen el trastorno. “Esto los hace difíciles de caracterizar”, señala Segarra.
Según la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño de la Academia Americana de Medicina del Sueño (AASM), los términos y frases más utilizadas por las personas con Síndrome de Piernas Inquietas para describir estas sensaciones son: nervioso, incómodo, inquieto, necesidad de estirarnos, de moverse, las piernas quieren moverse solas…
Síndrome de piernas inquietas e insomnio
Tal y como explica Francisco Segarra, el deseo de mover las piernas dificulta conciliar el sueño y permanecer dormido para muchas personas con SPI. Un estudio al respecto afirmaba que el 88% de las personas con SPI informaron al menos un síntoma relacionado con el sueño. “Los síntomas del SPI suelen aparecer poco después de acostarse por la noche y algunas personas con SPI se ven obligadas a levantarse de la cama y andar, estirar o masajearse las piernas”, describe el especialista.
En este sentido, y como resultado de los trastornos del sueño asociados con el SPI, las personas suelen experimentar fatiga y somnolencia diurna. “La deficiencia de sueño a menudo se asocia con SPI, así como depresión, ansiedad, enfermedades cardíacas y obesidad”, matiza el psicólogo de Olympia. Las preocupaciones sobre el sueño son la razón principal por la que las personas con SPI buscan atención médica para su afección.
Síndrome de piernas inquietas y trastorno del movimiento periódico de las extremidades
De acuerdo a Francisco Segarra, la mayoría de las personas que tienen SPI también tienen una afección llamada trastorno del movimiento periódico de las extremidades (PLMD). El PLMD implica flexiones o contracciones repetitivas de las extremidades cada 20 a 40 segundos, que, debido a que ocurren durante el sueño, las personas a menudo no son conscientes de ellas.
“El PLMD se diferencia del Síndrome de Piernas Inquietas en que los movimientos no van acompañados de sensaciones incómodas. Sin embargo, los movimientos asociados con PLMD pueden hacer que una persona se despierte y, por lo tanto, pueden agravar los problemas de sueño en pacientes que también tienen SPI. Aunque la mayoría de las personas con SPI tienen PLMD, muchas con PLMD no tienen SPI”, aclara el experto.
El responsable de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia, sostiene que el SPI puede tener un componente genético. Entre el 40% y el 90% de las personas con SPI tienen al menos un familiar de primer grado (padre, hermano o hijo) con la enfermedad. Los investigadores han identificado algunos cambios genéticos que aumentan el riesgo de SPI, pero es probable que aún queden más por descubrir.
Sentarse o descansar son desencadenantes comunes de los síntomas del SPI. “Además, algunas sustancias pueden empeorar los síntomas como el alcohol, la cafeína, nicotina o medicamentos para tratar las náuseas, resfriados y alergias, que pueden afectar negativamente cuando se toman en exceso o demasiado cerca de la hora de acostarse”, indica Segarra.
Tratamiento farmacológico
El tratamiento principal del SPI es farmacológico, pero existen rutinas y medidas conductuales disponibles para ayudar a controlar el SPI. Estos son algunos de los consejos para reducir los síntomas del SPI que ofrece el responsable de la Unidad de Gestión del descanso de Olympia:
Higiene del sueño: una buena higiene del sueño significa mantener un ambiente en el dormitorio y una rutina diaria que favorezca un sueño de alta calidad. Evitar el alcohol y la cafeína es especialmente importante porque estas sustancias pueden empeorar los síntomas.
Ejercicio: debido a que la inactividad física a menudo desencadena los síntomas del SPI, el ejercicio puede ser útil.
Terapia de compresión: los dispositivos de compresión aumentan el flujo sanguíneo a las piernas al llenarlas con aire para apretarlas.
Masajes y baños calientes: Se recomienda ampliamente utilizar masajes y baños calientes para estimular las piernas.