- Los cuatro factores de riesgo cardiovascular tradicionales, cuyo control es clave para prevenir estas patologías, son el tabaco, la hipertensión arterial, la diabetes y el colesterol elevado. Además, el estrés, la mala alimentación, la vida sedentaria o la obesidad son otras de las muchas causas que generan o contribuyen a desarrollar y/o a agravar esta enfermedad
- La cuestión medioambiental es otro de los factores que influyen en el riesgo cardiovascular, ya que hay estudios que alertan de la mayor cantidad de infartos en los días con más polución, así como de los peligros de realizar ejercicio en un entorno urbano
Incluso durante la pandemia -e incluyendo los primeros meses de la crisis sanitaria-, las enfermedades cardiovasculares han seguido siendo la primera causa de muerte en el mundo, por delante de la Covid-19. Además, debido a la situación generada en los hospitales, especialmente durante la primera ola, algunas personas con enfermedades cardiovasculares se mostraron reticentes a la hora de acudir a su especialista, incrementando así el riesgo de desarrollar complicaciones derivadas de su patología, y de verlas aún más agravadas en caso de contagio.
Ahora, en el marco del Día Mundial del Corazón, celebrado ayer, y con el objetivo de retomar la divulgación sobre los diferentes factores que causan el riesgo cardiovascular, la Fundación Jiménez Díaz ha organizado una jornada divulgativa. Y es que, como asegura el Doctor José Tuñón, jefe del Servicio de Cardiología de la Fundación Jiménez Díaz y uno de los ponentes del encuentro online, “es importante concienciar a la población de los factores de riesgo, y recordarles la importancia de controlarlos, ya que el corazón no siempre duele, pero mata súbitamente”.
Control de los factores de riesgo
Así, existen cuatro factores de riesgo cardiovascular tradicionales: el tabaco, la hipertensión arterial, la diabetes y el colesterol elevado. Pero, además, el estrés, una mala alimentación, tener una vida sedentaria o estar obeso son otras de las muchas causas que generan o contribuyen a desarrollar y/o a agravar esta enfermedad.
Para prevenir su aparición, el Doctor Tuñón aconseja, en primer lugar, no fumar, y realizar actividad física con ejercicio aeróbico una media de dos horas y media a la semana. En cuanto a la alimentación y al peso, el cardiólogo indica que “una mala dieta acaba evidenciándose en la masa corporal, sobre todo cuando vamos cumpliendo años”; aunque “la gente joven puede mantenerse aparentemente delgada y, sin embargo, llevar una mala alimentación”, advierte. Por ello -continua-, «debemos huir de las comidas procesadas e incluir en nuestro menú vegetales, pescado, productos desnatados y, en el caso de la carne, priorizar piezas como el pavo, el conejo o el pollo sin piel”.
Otras de las pautas preventivas de la enfermedad cardiovascular son la realización periódica de análisis de sangre que determinen y permitan controlar los niveles de colesterol o azúcar, y la toma de la tensión. “Estas son las medidas fundamentales de prevención, pero si notamos alguna molestia en el pecho, no debemos quitarle importancia -salvo que sea muscular-. Y en el caso de tener alguna anomalía en la tensión arterial, hay que ir al médico”, insiste el especialista.
El medioambiente y la salud cardiovascular
Por último, la cuestión medioambiental es otro de los factores que influyen en el riesgo cardiovascular y que, por tanto, se han tratado durante la jornada online. Y es que, dice el Doctor Tuñón, “hay estudios que alertan de los peligros de realizar ejercicio en un entorno urbano, así como de la mayor probabilidad de sufrir un infarto en los días con más polución. El motivo es que las arterias se contraen ante ciertos estímulos: si la persona está sana, las arterias se relajan, pero cuando se inspira aire contaminado, las arterias se contraen”.
Con la aparición de estos nuevos factores de riesgo es más importante que nunca seguir concienciando a la sociedad de la importancia de reducirlos y/o controlarlos, así como de seguir investigando en este ámbito. “La Medicina ha evolucionado mucho, pero no podemos esperar que los progresos científicos, como nuevos tratamientos o modernas técnicas diagnósticas, puedan siempre corregir las consecuencias de nuestros hábitos no saludables”, concluye el jefe del Servicio de Cardiología de la Fundación Jiménez Díaz.