- El 18% de la población española vive con dolor crónico, afectando esta patología al 37 por ciento en la infancia y a siete de cada diez mayores de 65 años, y aumentando la percepción del dolor si hay afección anímica
- El hospital cuenta con una Unidad del Dolor que ofrece técnicas intervencionistas complementarias a otros tratamientos médicos, consiguiendo en la mayoría de los casos mejoría parcial de los síntomas y mejoría en la funcionalidad de los pacientes
Según datos de la Sociedad Española del Dolor, el 18 por ciento de la población española vive con dolor crónico, afectando esta patología al 37 por ciento en la infancia y a siete de cada diez mayores de 65 años. Sin embargo, el 62 por ciento de estos pacientes nunca han sido derivados a una unidad especializada y el 70 por ciento tiene depresión o ansiedad y dificultades para realizar labores cotidianas.
Por todo ello, y con el objetivo de explicar detalladamente a los pacientes lo que es el dolor crónico, ayudarles a diferenciarlo del agudo y dar a conocer su abordaje, el Hospital Universitario General de Villalba, perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid,ha celebrado recientemente el taller online Cómo convivir con el dolor crónico.
“Desde las consultas de Atención Primaria y Especializada los profesionales sanitarios percibimos entre la sociedad un desconocimiento acerca de lo que es el dolor crónico”, señala la Doctora Marta Yus López, responsable de la Unidad del Dolor del hospital, quien explica que, “tras una lesión tisular, se produce el dolor agudo, cuya finalidad es actuar como “señal de alarma” y mecanismo de protección biológica. Cuando este dolor persiste en el tiempo, a pesar de haber desaparecido el agente que lo originó, se pierde la función protectora y pasa a convertirse en una enfermedad; y estamos entonces ante un dolor crónico”.
El dolor crónico no suele responder a múltiples tratamientos y está asociado a numerosos síntomas psicológicos: depresión, ansiedad, miedo, insomnio y alteraciones del comportamiento, en especial de las relaciones sociales. De hecho, durante la pandemia, algunos pacientes han empeorado por haber disminuido su actividad y restringido más el contacto social. “Cuando hay afección anímica, ya sea por dolor o por alguna otra causa, la percepción de éste aumenta, lo que es un círculo vicioso que la inactividad y el aislamiento agravan”, indica por su parte Lucía Rodríguez Blanco, psicóloga clínica del Hospital Universitario General de Villalba.
Como expone esta experta, “el dolor crónico puede generar irritabilidad, desesperanza, sensación de incapacidad, de incomprensión por parte de los otros, conflictos relacionales, aislamiento social y trastornos ansiosos y/o depresivos entre otros”. “Sin embargo -apunta-, la gravedad y cronicidad de estas reacciones dependerá mucho de la personalidad de cada paciente, de sus habilidades de afrontamiento y del apoyo psicosocial”.
Desde la Psicología se trata de dar un apoyo emocional que ayude al paciente a procesar emocionalmente el sufrimiento y a conseguir una mejor calidad de vida. “Se abordan aspectos cognitivos relacionados con el dolor y la enfermedad, se apoya en los duelos necesarios, ya que el dolor crónico en ocasiones va a suponer la pérdida de roles o actividades, y se abordan también los aspectos conductuales que puedan favorecer una mayor calidad de vida y vivencia de dolor menos intensa o incapacitante”, añade Rodríguez.
Esta ayuda resulta especialmente importante en el dolor psicológico, o más concretamente psicógeno, que es aquel que no tiene una causa orgánica clara y que se atribuye a factores psicológicos como emociones o memorias. “En cualquier caso -enfatiza la psicóloga- todo dolor, ya sea agudo, crónico o psicógeno, es real, aunque sea una experiencia subjetiva influida por múltiples factores”.
Un tratamiento multidisciplinar y personalizado
Para tratar el dolor crónico, concreta la Doctora Yus, es esencial una atención multidisciplinar que permita el manejo integral de la enfermedad: “Debe iniciarse por parte de los médicos de Primaria, Fisioterapia en los centros de salud… y seguir con especialidades como Reumatología, Traumatología, Rehabilitación, Endocrinología, Nutrición, Psicología, Anestesia…”.
En concreto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) distingue el dolor musculoesquelético (piel, músculos, ligamentos, articulaciones o huesos); visceral, que proviene de órganos internos (páncreas, vejiga…); oncológico; postquirúrgico o postraumático; neuropático, resultado de una lesión a nivel del sistema nervioso periférico o central; y orofacial (cefalea). “El dolor lumbar, por ejemplo, abarca multitud de entidades clínicas y cada una precisa un tratamiento distinto. Además, cada paciente presenta una serie de características personales que puede hacer que sea candidato o no a cada tipo de tratamiento. Por ello, es fundamental hacer una valoración individualizada para poder definir bien el origen del dolor y establecer un plan de tratamiento específico en cada paciente”, comenta la especialista.
En cuanto al aspecto psicológico, Rodríguez explica que también es importante realizar un abordaje adaptado a la situación personal de cada paciente para establecer hábitos saludables (actividad física mínima, contacto social, rutinas, actividades relajantes…).
Una unidad para tratar el dolor crónico
La Unidad del Dolor del Hospital Universitario General de Villalba ofrece una serie de técnicas intervencionistas complementarias a los tratamientos realizados por el resto de los especialistas. “En la unidad realizamos desde tratamientos sencillos como la iontoforesis, ciclos de anestésicos locales, infiltraciones musculares o articulares, a otras técnicas mucho más complejas como bloqueos de estructuras simpáticas u otros abordajes a nivel del neuroeje”, afirma la Doctora Yus.
A ella pueden acudir pacientes que presenten un dolor localizado y crónico. En concreto, los criterios para la derivación son: pacientes con dolor crónico refractario a un esquema analgésico adecuado según la escalera analgésica de la OMS; pacientes que presenten efectos secundarios intolerables con las dosis de analgesia pautadas; sujetos donde no esté aconsejado el empleo de analgésicos, con el objetivo de valorar otras alternativas antiálgicas; y pacientes con antecedentes de toxicomanía y que padezcan un dolor intenso (EVA >7).
En este tipo de unidades no se espera el alivio total del dolor y los resultados varían según el tipo de patología. Tal y como asegura la Doctora Yus, “en la mayoría de los casos se consigue una mejoría parcial de los síntomas y una mejoría en la funcionalidad de los pacientes”.
Actualmente, la Unidad de Dolor del hospital villalbino trabaja en protocolos para optimizar los tiempos de espera. “Estos engloban desde los formularios post-técnicas a través del Portal del Paciente -aplicación de desarrollo propio que constituye el principal canal de comunicación bidireccional con el hospital y permite al usuario ser el verdadero protagonista de su proceso de salud- hasta la realización de consultas telefónicas para el seguimiento de algunos tratamientos, resultados de pruebas realizadas, etc”, concluye.