La obesidad y el sobrepeso infantil son una de las principales pandemias de nuestro siglo; por ello, los profesionales centrados en el cuidado del menor buscan concienciar sobre este problema. Con ese objetivo, el Hospital Universitario Rey Juan Carlos, perteneciente a la red pública madrileña, ha organizado la ‘Jornada de prevención de obesidad infantil. Estrategia InfaSEN, Infancia con Sentido’, -que está grabada y puede verse en este link-, donde se han dado consejos a las familias para cambiar los hábitos de vida de los más pequeños y ayudarles a llevar una vida lo más sana posible en todos los aspectos.
Y es que, como dice la doctora Cristina Alfaro Iznaola, especialista del Servicio de Endocrinología Infantil del centro, al margen de los estudios que evalúan la prevalencia del exceso de peso en la población infantil, la realidad es que ese porcentaje podría ser incluso mayor: “Cada día vemos que más pacientes que vienen a otras consultas hospitalarias por otros motivos no relacionados con esta patología pero que acaban siendo diagnosticados también de sobrepeso u obesidad. Esto orienta a que el problema al que nos enfrentamos es mucho mayor”, apunta la endocrinóloga infantil, que anuncia que, por este motivo, el Rey Juan Carlos abrirá en breve una consulta centrada en obesidad infantil para ayudar más a las familias que tienen que lidiar con esta patología.
La familia, indispensable para unos hábitos de vida saludables
Inicialmente, el seguimiento de un sobrepeso debe comenzar en el centro de salud y ser remitido a la consulta de Endocrinología Infantil en caso de mala evolución, de paso a obesidad o de aparición de complicaciones. “Gracias al trabajo desde los dos ámbitos asistenciales, conseguimos mejoras, pero solo si la familia está dispuesta a implicarse y hacer un esfuerzo conjunto. Por eso son necesarias jornadas formativa como ésta”, comenta la doctora Alfaro.
De las tres áreas que marca la estrategia InfaSEN (sueño, ejercicio, nutrición), la que más inquietud genera a los padres y allegados es la alimentación. “Por desgracia, muchas familias desconocen qué implica comer sano. Hay mucha industria de marketing en productos que se venden como saludables, pero que, si se analizan detenidamente, no lo son, y eso confunde mucho a los padres”, dice. Otros dos ámbitos que necesitan medidas para mejorar, y que también generan confusión, son el sueño y el deporte, en este orden. “La sociedad conoce los beneficios del ejercicio físico en los niños, aunque no tanto su puesta en práctica”, indica, concretando que lo recomendable es “realizar una actividad física regular y adecuada a cada grupo de edad”.
Sueño y nutrición, claves junto al ejercicio para prevenir la obesidad
Acerca del sueño, los expertos recomiendan que se establezca una rutina, para dormir cada día una misma cantidad de horas. “Biológicamente, el ser humano está ‘programado’ para vivir de día y dormir de noche, el momento en el que nuestro cuerpo, incluyendo el cerebro, debe descansar”, recuerda la doctora Alfaro.
Durante el sueño, se promueve el desarrollo cerebral, se asientan conocimientos y nuevas habilidades que, especialmente para los pequeños, son fundamentales. “Desde un punto de vista endocrinológico -continúa- durante la noche se segrega la hormona del crecimiento, primordial para el desarrollo de nuestros hijos y de sus órganos. Otra hormona fundamental que se segrega al final de la madrugada es el cortisol, nuestro ‘estimulante’ natural para poder tener energía durante el día”, añade, y apunta: “Si cambiamos los horarios, se producen cambios en el biorritmo de éstas y otras hormonas, y esto predispone a la aparición de enfermedades metabólicas”.
10 principales recomendaciones alimenticias
En cuanto a la alimentación, la estrategia InfaSEN propone un decálogo con las 10 principales recomendaciones. Entre ellas destacan, entre otras, no comprar cosas que no se deben consumir, comer todos juntos en familia sin pantallas y tomar, al menos, tres raciones de fruta y/o verdura al día. “Animo a las familias a que poco a poco hagan pequeños esfuerzos en su día a día para conseguir llevar un ritmo de vida más saludable. Gestos tan sencillos como no comprar bollería para desayunar y tener solo pan y fruta en casa, o apagar la televisión y los móviles mientras disfrutamos de una buena conversación en familia, harán que nuestros hijos valoren mucho más estos cambios y que, cuando ellos sean independientes, los mantengan”, subraya la endocrinóloga pediátrica.
Además, pide que no se asocie ningún tipo de alimento con recompensa o castigo, ya que esto promueve una relación insana con la comida, potenciando el riesgo de sobrepeso y de trastornos de la alimentación: “Estaremos enseñando a nuestros hijos que la comida es algo ‘negociable’, cuando es algo indispensable para ellos, y canalizarán sus emociones a través de la misma en lugar de hacerlo a través de la comunicación. Por ejemplo, si damos a nuestro hijo una galleta para que deje de llorar, simplemente estaremos ‘tapando’ la necesidad de hablar y dialogar de qué es lo que realmente le ocurre”. “Lo mismo pasa con castigarlos si no hacen algo, por ejemplo, con comer verduras. Jamás conseguiremos que entiendan que la verdura es un alimento fundamental para su cuerpo y no un castigo por no haber hecho los deberes”, apostilla la doctora Alfaro.