Un equipo multidisciplinar del Hospital Universitario Rey Juan Carlos -perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid- formado por neurocirujanos, neurólogos, neurofisiólogos, neuropsicólogos, anestesistas y radiólogos, ha realizado recientemente con éxito la primera cirugía de estimulación cerebral profunda que se lleva a cabo en este centro hospitalario a una paciente de 64 años con temblor esencial desde los 16 años, lo que le ha impedido llevar una vida normal y que, tras la operación, ha mejorado muy significativamente su calidad de vida.
“Antes de operarse, la paciente requería ayuda para realizar actividades tan habituales como peinarse, comer o beber; tras la intervención quirúrgica, y mediante la estimulación de áreas muy concretas de su cerebro, la paciente ya puede realizar todas estas actividades sin ayuda”, explica la doctora Mónica Lara Almunia, especialista del Servicio de Neurocirugía de este centro hospitalario, que se convierte así en el primer hospital público del Sur de la Comunidad de Madrid en ofrecer dentro de su cartera de servicios esta innovadora técnica neuroquirúrgica.
La estimulación cerebral profunda consiste en insertar uno o dos electrodos en el cerebro, conectados a una batería que se implanta subcutáneamente. Esta técnica permite mejorar el control de los síntomas incapacitantes de diversas enfermedades mediante la estimulación eléctrica, para su regulación, de grupos de neuronas situados en regiones de localización profunda, ya sea en el interior del tronco cerebral -zona del cerebro encargada de coordinar las funciones vitales del cuerpo y de su desarrollo automático- o próximas a él.
Se trata de un ‘marcapasos’, pero para el cerebro que, si bien, desgraciadamente, no cura la enfermedad, sí permite mejorar el funcionamiento del sistema nervioso del paciente, retrocediendo, en casos como la enfermedad de Parkinson, hasta unos diez años atrás -es decir, colocándole en la situación clínica en la que estaba una década antes-. “Este procedimiento ofrece dos claras ventajas: una mejoría de los síntomas, en la gran mayoría de casos en los que el resultado de la intervención es satisfactorio, hasta en un 80 por ciento, o incluso, puntualmente, en un cien por cien; y una reducción en la medicación diaria que debe tomar, lo que supone una enorme recuperación de su calidad de vida”, apunta la doctora Lara, responsable de la operación, llevada a cabo del pasado 23 de abril.
En este caso, tras más de 6 horas en quirófano, la primera paciente operada con esta técnica en el Rey Juan Carlos permaneció ingresada unos días en el hospital con revisiones diarias para confirmar los resultados y evolución satisfactorios antes de ser dada de alta. El proceso postoperatorio se completa con visitas semanales y mensuales con los servicios implicados.
Indicaciones y requisitos para el paciente y el hospital
Las indicaciones de este tipo de técnica quirúrgica son muy variadas. En el ámbito de la Neurología puede ser empleada en pacientes con enfermedad de Parkinson, temblor esencial, distonías o cefaleas, mientras que en Psiquiatría se puede utilizar en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo. Además, hay estudios en desarrollo que valoran su utilidad en patologías como la obesidad, la anorexia, el Alzheimer o incluso la depresión.
En cuanto a los criterios de selección de los posibles candidatos a esta intervención quirúrgica, son muy estrictos, y pasan por un estudio neuropsicológico del paciente y una evaluación del grado de afectación por su enfermedad, así como por un amplio proceso de estudio preoperatorio, que incluye la utilización de pruebas radiológicas (radiografía, scanner, resonancia magnética…) para la preparación de la intervención en la que el paciente, además, tiene que colaborar respondiendo a órdenes simples, como mover un brazo o decir ciertas frases o enumeraciones, por lo que debe permanecer despierto y consciente una parte importante del proceso.
Por todo ello, como apunta la neurocirujana, “tan solo una parte pequeña de los pacientes con las citadas patologías pueden ser finalmente intervenidos, siendo en términos generales candidatos idóneos aquellos pacientes menores de 70 años con enfermedad de larga duración y no respondedores a la medicación o con efectos adversos importantes derivados de ésta”.
En cuanto al hospital, la realización de cirugías de estimulación cerebral profunda requiere de formación específica de todos los profesionales que forman el equipo multidisciplinar que participa en la intervención, amplia experiencia en operaciones neuroquirúrgicas y el equipamiento necesario, como un marco estereotáctico y sofisticados programas de planificación.
Unos requisitos que ya cumple el Rey Juan Carlos donde, considerando el área de referencia del hospital -aunque la técnica también está disponible para pacientes de fuera de zona a través de la libre elección-, la doctora Lara estima que realizarán una intervención quirúrgica de este tipo al mes. “Nuestro equipo está preparado para abordar todas aquellas patologías en las que la estimulación cerebral profunda ha demostrado ser segura y eficaz, como en la enfermedad de Parkinson, el temblor esencial, la distonía y el trastorno obsesivo compulsivo”, concluye.