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Los Hospitales Públicos gestionados por Quirónsalud en Madrid ponen en marcha un taller para reducir peso y ganar salud

En un taller dirigido a pacientes con riesgo cardiovascular y patologías añadidas organizado por los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz, Rey Juan Carlos, Infanta Elena y General de Villalba

Doctora Clotilde Vázquez
  • Las profesionales de la Unidad de Obesidad de esta red asistencial han dado a conocer las múltiples causas de esta enfermedad, y han recomendado la pérdida de peso de forma progresiva para disminuir masa grasa y no muscular
  • Las expertas inciden en adquirir buenos hábitos alimenticios, incrementar la actividad física diaria y, en los casos que lo precisen, llevar un adecuado control de la ingesta emocional con la ayuda de un experto

Con el objetivo de transmitir conceptos clave sobre la obesidad y su complejidad, desmitificar ideas erróneas, dar a conocer las múltiples causas de acumular peso y explicar aquellas no modificables para aliviar el sentimiento de culpa de muchos pacientes y evitarles frustraciones que puedan generarles más ansiedad y un efecto rebote, los Hospitales Públicos gestionados por Quirónsalud han puesto en marcha el Taller práctico online “Cómo reducir peso para ganar salud”.

La sesión formativa, que ha celebrado una primera edición -que ya acumula más de 3.150 visualizaciones- y de la que están previstas nuevas citas a lo largo de los próximos meses, está dirigida a pacientes de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz (Madrid), Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba (Collado Villalba) con riesgo cardiovascular, un índice de masa corporal (IMC) mayor de 30 y alguna patología añadida en la que la pérdida supone un beneficio directo.

“Partimos de la realidad de que no es fácil perder peso y mantener dicha pérdida, pero de que también es la única opción”, señala la Doctora Clotilde Vázquez, jefa del Departamento de Endocrinología y Nutrición de esta red asistencial y coordinadora del taller, quien indica que “la disminución del acúmulo de la grasa excesiva mejora sustancialmente, entre otras, patologías tan prevalentes como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la apnea del sueño, la hipertensión, las dislipemias, la diabetes, la patología osteoarticular e inflamatoria y las enfermedades cardiovasculares”.

Un momento de la inauguración del taller a cargo de la Doctora Clotilde Vázquez junto a la Doctora Bogdana Luiza Luca

Por otra parte, tal y como comenta la Doctora Teresa Montoya, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Infanta Elena y participante en el taller, la obesidad se asocia a una reducción de la esperanza de vida de hasta 13 años y el exceso de mortalidad de estos pacientes es atribuible fundamentalmente a la enfermedad cardiovascular (58 por ciento del total), diabetes y cáncer. Es, tras el consumo de tabaco, la segunda causa prevenible para el desarrollo de cáncer.

“La obesidad es, además, un factor de muy mal pronóstico para el desenlace de enfermedades como la infección por SARS CoV-2, en la que se ha demostrado que incrementa la mortalidad de los pacientes afectados hasta un 300 por ciento, especialmente en los jóvenes”, explica la endocrinóloga, señalando que la pandemia ha favorecido en muchos pacientes un aumento del peso, acompañado de una pérdida muy importante de músculo, debido al sedentarismo fruto del confinamiento.

Un abordaje personalizado y multicomponente

El abordaje de la obesidad requiere el reconocimiento de una enfermedad crónica, de etiología multifactorial, que no depende únicamente del comportamiento del individuo, sino que está regida por múltiples factores: genéticos, fisiológicos, psicosociales, conductuales, nutricionales y ambientales. Por tanto, es necesario contar con un enfoque diagnóstico personalizado y profundo de las causas subyacentes y un tratamiento multicomponente que dote al paciente de todas las herramientas (motivaciones, nutricionales, de actividad física y farmacológicas) para conseguir un cambio permanente y definitivo en el estilo de vida.

Cartel del Taller Cómo reducir peso para ganar salud

Por este motivo, para materializar el proceso de cambio, la Unidad de Obesidad del Departamento de Endocrinología y Nutrición de estos cuatro centros, impulsora de este taller, ha implementado y renovado el proceso asistencial del paciente con obesidad. Basado en la participación activa (online) del paciente, busca mejorar los resultados en salud y la automatización del proceso diagnóstico y terapéutico para agilizar y mejorar el proceso.

Bajar de peso progresivamente

Los especialistas de este departamento advierten de las soluciones “mágicas”, que hacen perder peso de forma rápida y llevan inequívocamente a la disminución de la masa muscular y a un efecto rebote a expensas de la masa grasa, logrando así un cambio de la composición corporal hacia un fenotipo más obeso por porcentaje de grasa corporal.

“Más que una bajada de peso en sí, lo que realmente interesa son los cambios en la composición corporal”, expone Leticia López Escudero, dietista-nutricionista del Servicio de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz. Es decir, que el objetivo debería ser disminuir masa grasa y no masa muscular, algo que solo se consigue perdiendo peso de forma progresiva. Por ello, se recomienda una pérdida de entre el 6 y el 10 por ciento del peso corporal total en un período de 6 meses. Por ejemplo, una persona de 100 kg debería perder entre 5-10 kilos en medio año.

Una alimentación saludable para perder peso y mantenerlo

Para perder peso de forma saludable, resulta fundamental adquirir buenos hábitos alimenticios y evitar los alimentos más calóricos y los que contienen nutrientes menos saludables. En cuanto a los azúcares, se debería limitar su ingesta al contenido presente de forma natural en frutas, verduras y granos íntegros y evitar los refrescos, zumos (incluso naturales) y repostería industrial o casera, así como procesados. “El motivo es que un consumo constante de alimentos que contienen este tipo de azúcares provoca subidas y bajadas de azúcar en sangre y en la persona puede traducirse en acudir recurrentemente a la nevera e incluso avidez por el dulce”, señala la nutricionista.

En lo que respecta a la grasa, la recomendación es que suponga entre el 25-35 por ciento de las calorías totales de la dieta y se deben elegir aquellas con alto poder antiinflamatorio y antioxidante, como las procedentes de los frutos secos, aceite de oliva virgen o virgen extra y del pescado, en especial el azul, huyendo de salsas, precocinados, ultraprocesados, embutidos, repostería industrial y evitando abusar de los lácteos muy grasos. “La clave está en moderar su consumo para no exceder las calorías totales, pero no debemos restringir en ningún caso ni los hidratos de carbono ni las grasas, sino elegirlos de calidad”, explica.

Por su composición cualitativa, la dieta mediterránea es un gran aliado, ya que previene y mejora la enfermedad cardiovascular actuando directamente sobre sus factores de riesgo como la mejora de la diabetes, dislipemias, presión arterial e incluso el cáncer. Además, por su alto contenido en fibra, ayuda a controlar el apetito en períodos interdigestivos.

La importancia de la actividad física

Junto con una moderada restricción calórica en la alimentación, el incremento de la actividad física diaria resulta crucial para conseguir un balance energético negativo, ya que permite aumentar el gasto calórico a la vez que incrementa la masa muscular y, por tanto, el metabolismo basal (el gasto calórico de una persona en absoluto reposo).

“La recomendación para adultos es de 150-300 minutos semanales a intensidad moderada de actividades aeróbicas (tales como desplazamientos, ocupación, labores domésticas, jardinería, ejercicios programados) o de 75-150 minutos semanales a intensidad más vigorosa, o bien combinaciones equivalentes de ejercicios de fuerza dos días en semana y algún ejercicio de flexibilidad, coordinación y equilibrio (yoga, estiramientos, pilates, etc.) para mejorar el equilibrio y prevenir caídas”, señala López. En el caso de una persona de más de 65 años con algún impedimento para la práctica de ejercicio, deberá mantenerse lo más activo posible en su vida diaria. Y, para aquellos que lo precisen, “la última ‘pata del banco’ sería llevar un adecuado control de la ingesta emocional con la ayuda de un experto”, concluye la nutricionista de la Fundación Jiménez Díaz.

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