Los juanetes o hallux valgus pueden llegar a producir dolor y limitación funcional. En caso de dolor incapacitante, se deben intervenir quirúrgicamente.
Existen más de 150 técnicas descritas para el tratamiento quirúrgico del hallux valgus. Solo la experiencia permite identificar con facilidad el tipo de deformidad y elegir así la técnica más adecuadapara cada caso.
Comúnmente conocido como juanete, el hallux valgus es mucho más que un mero bulto en el pie. Se trata de una deformidad compleja de este que puede llegar a producir dolor y limitación funcional. Llegado el caso, se debe intervenir quirúrgicamente. En este sentido, la Unidad de Pie y Tobillo del Hospital Universitario Infanta Elena -integrado en la red sanitaria pública madrileña- formada por los doctores Cristóbal Suárez Suarez, Carlos Martínez Limón y Armando Macera, jefe y médicos adjuntos, respectivamente, del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología de este centro hospitalario, cuenta con una amplia experiencia que suma desde su puesta en marcha más de 1.200 pacientes intervenidos con esta patología.
“Existen más de 150 técnicas descritas para el tratamiento quirúrgico del hallux valgus. Muchas de ellas son muy diferentes entre sí, tanto en su concepto como en su desarrollo; otras son solo pequeñas modificaciones de las anteriores”, explica el Dr. Macera, precisando que “la elección de una técnica u otra depende de la deformidad, del tipo de pie, edad y patologías asociadas de los dedos menores u otras zonas del pie”.
“La experiencia nos ha permitido identificar con más facilidad el tipo de deformidad en cada caso y elegir así la técnica más adecuada de forma individualizada”, continúa el especialista, subrayando que en ningún caso está recomendado intervenir un hallux valgus por simples criterios estéticos. Y es que, tal y como añade el Dr. Martínez Limón, “se trata de una cirugía electiva, que debe indicarse cuando el paciente la considere necesaria por existencia de un dolor incapacitante para llevar su vida normal”.
Incidencia y causas del juanete
Aproximadamente, un 20 por ciento de la población de entre 18 y 65 años presenta hallux valgus, y es más frecuente en mujeres que en hombres (un 30 frente a un 8 por ciento). Además, el 8 por ciento de los menores de edad tiene algún grado de hallux valgus, siendo tres veces más frecuente en niñas que en niños. Respecto a los mayores de 65 años, algo más de una tercera parte de ellos lo sufren, siendo también mayoría las mujeres.
“Existen muchas teorías sobre cómo se producen los juanetes, pero se desconoce la causa exacta”, comenta el Dr. Macera. Son una patología de origen multifactorial, en la que el uso de calzado ajustado o estrecho y el tacón alto son reconocidos como causa más habitual, pero en la que existen también otras, como la existencia de factores hereditarios -sobre todo en las deformidades juveniles-, la ancianidad -etapa en la que se altera la pisada y la calidad de los tejidos-, las alteraciones mecánicas del pie -como el pie plano-, así como la asociación a algunas enfermedades que alteran la mecánica del pie, como las neurológicas (parálisis cerebral y accidentes cerebrovasculares) y las reumáticas (artritis reumatoide).
En cuanto a su prevención, la principal estrategia es la adecuada selección y cuidado del calzado. A este respecto, el Dr. Martínez Limón añade que actualmente “no hay evidencia científica de efectividad de los aparatos ortopédicos preventivos de juanetes”.
La operación y la recuperación de juanetes
Cualquier técnica empleada para tratar los juanetes persigue devolver la anatomía de la zona a la normalidad, no simplemente eliminar el antiestético bulto. “Lo más frecuente es que para recolocar los huesos en sus nuevas posiciones haya que realizar algunas fracturas controladas llamadas osteotomías. Estas nos permiten llevar los huesos en la zona deseada y corregir la deformidad inicial. Para asegurar su posición se suele utilizar micro-tornillos hasta que la fractura consolide, y que no necesitan su extracción”, explica el Dr. Macera.
El postoperatorio depende del tipo de técnica de la intervención. En general, se suele recomendar reposo relativo, elevación los primeros días y caminar con un calzado posquirúrgico de tacón invertido entre 4 y 6 semanas. Además, se prescriben ejercicios de movilidad en todo el arco de la articulación metatarso falángica desde el primer día tras la operación y no suele precisar rehabilitación. A partir de las 4 o 6 semanas se aumenta la actividad con un calzado cómodo. “Los grados variables de incapacidad para actividades de alta intensidad se pueden mantener de 3 a 6 meses”, afirma el Dr. Martínez Limón.
Algo que suele llamar la atención de los pacientes es la inflamación, expone el Dr. Macera, ya que, “aunque no haya ninguna complicación en la cirugía, tarda mucho en desaparecer; nunca menos de 6 meses y no es infrecuente que llegue al año”.