Una vez garantizada la estabilidad política con una inesperada mayoría absoluta, el líder socialista luso, António Costa, enfrenta el desafío de conducir a Portugal en el camino de la recuperación post-covid, combatir la pandemia y reducir la brecha social en el país.
Costa pasó el domingo a la historia de la joven democracia portuguesa al conseguir la segunda mayoría absoluta que se anota el Partido Socialista luso, más del 41% de votos y 117 diputados.
Las urnas han acabado con el problema de gobernabilidad que arrastraba Portugal desde 2015, cuando ganó el PSD (centroderecha) pero asumió Costa de la mano de la «geringonça», un pacto de izquierdas. Cuatro años después, el líder socialista, reforzado en las elecciones, consumó el «divorcio» con sus viejos aliados, aunque no logró avanzar con un Gobierno en minoría cuando sus antiguos socios le dieron la espalda.
Presupuesto para la recuperación
El rechazo al Presupuesto presentado por los socialistas para 2022 detonó en octubre el adelanto electoral. Costa podrá ahora sacarlo adelante sin problemas cuando concluyan los plazos previstos para la constitución de la Asamblea de la República y la asunción del nuevo Gobierno.
Brecha social
El virus ha agravado la brecha social en el país, con un tasa de riesgo de pobreza de 18,4 % y elevados niveles de precariedad laboral. Sindicatos y organizaciones civiles reclaman más inversiones en servicios públicos, como sanidad y educación.
Los expertos llaman también la atención sobre otros problemas estructurales de la economía portuguesa, como la excesiva dependencia del turismo -que no termina de despegar tras el choque pandémico- y la necesidad de invertir en tejido productivo.
Portugal vacío, un problema ibérico
El interior del país envejece y se vacía. Los intentos de atraer a la población con ventajas fiscales y otros beneficios para jóvenes y emigrantes o incluso nómadas digitales, no han dado los frutos esperados.
El envejecimiento se extiende además a todo el país, donde ya hay 182 mayores por cada 100 jóvenes. Paliar los efectos de esta tendencia en el sistema de pensiones y Seguridad Social y en la sanidad es otro reto a largo plazo del próximo Gobierno.