El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, pronunció un duro discurso en la ONU la semana pasada contra Occidente, en el que acusó de querer «borrar del mapa» a Rusia. Su crítica no se quedó ahí, también habló del padecimiento de una «rusofobia sin precedentes» y de «histeria» por los referendos exprés que ha puesto en la región del Donbás para anexionarse Donetsk y Lugansk.
El plenario de la 77ª Asamblea General de la ONU vuelve a dejar patente la pluralidad de sus miembros tras la variedad de las propuestas de los distintos países. Por ejemplo, entre algunas de estas iniciativas, se vislumbran de nuevo diferencias entre los integrantes del Consejo de Seguridad en torno a la guerra en Ucrania, entre Occidente y el Sur Global que reclama soluciones a problemas que vienen de lejos, como la desigualdad, la pobreza y la lucha contra el cambio climático, agravados por el conflicto y la pandemia de covid.
Lavrov ha ampliado su crítica, también, a la OTAN y la Unión Europea, en sus palabras “subyugados” de EEUU. Y posteriormente, en una tensa rueda de prensa, ha asegurado que “la UE se está convirtiendo en una entidad dictatorial”.
El ministro ruso aprovechó la crítica a Occidente para arremeter contra Estados Unidos y defender la «operación militar especial» en Ucrania. Aseguró que Ucrania es para Washington una «moneda de cambio en esta guerra librada contra Rusia».
Guiño a China
El diplomático ruso también aprovechó la ocasión para lanzar un guiño a su socio estratégico más próximo, China. Lavrov criticó duramente el apoyo de Estados Unidos en Taiwán, avisándole de que «está jugando con fuego». Las palabras de Lavrov se producen en un momento de escalada de tensión entre Pekín y Washington, tras la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi, a Taipei el pasado agosto. Por aquél entonces, la respuesta de china fue una actuación sin precedentes: ejercicios militares de fuego.
Unos minutos antes, el canciller chino, Wang Yi, había reiterado una posición similar. Hablando ante la asamblea en nombre de su país, también se comprometió a continuar los esfuerzos de Beijing para lograr la «reunificación pacífica» con la isla de un gobierno democrático y una alineación ideológica con Washington. Pero también advirtió que se opondrá enérgicamente a cualquier tipo de «actividad separatista» o interferencia extranjera que pueda conducir a la secesión formal de Taipei, tal y como señala el diario El País.