Las Fuerzas Armadas de Ucrania han lanzado una nueva ofensiva en Crimea, utilizando armas de largo alcance recién incorporadas a su arsenal, en un intento por castigar a Rusia en la península del mar Negro. Esta ofensiva se diferencia de las anteriores en su enfoque en ataques por mar y aire, evitando asaltos de infantería o de blindados.
El cambio más destacado en esta nueva estrategia es el respaldo de los aliados de Ucrania en la OTAN, quienes han autorizado el uso del armamento que han suministrado al país. Hasta hace poco, se consideraba a Crimea una «línea roja» que podría desencadenar un conflicto más amplio en Washington, Berlín y París. Para el Kremlin y la mayoría de los rusos, Crimea sigue siendo parte inalienable de su identidad nacional.
Sebastopol, epicentro de la contienda bélica
Las infraestructuras militares rusas en Crimea se han convertido en objetivos de ataques casi a diario en las últimas semanas. Las Fuerzas Aéreas ucranias han tenido un éxito particular en esta ofensiva. El 13 de septiembre, bombardearon el dique seco de reparación de buques militares de Sebastopol, causando daños a un submarino y un barco de desembarco. El día 20, el segundo cuartel de mando de la flota rusa del mar Negro fue parcialmente destruido.
El 21 de septiembre, la base aérea de Saki, la principal de Rusia en territorio ucraniano, fue nuevamente atacada. El 22 de septiembre, tres misiles impactaron en el cuartel general de la flota rusa en Sebastopol, durante una reunión de altos mandos de la Armada rusa y del Distrito Militar Sur, que dirige a las tropas invasoras en las provincias de Jersón y Zaporiyia. Un día después, el sábado pasado, un cohete ucranio destruyó un depósito de combustible de la flota rusa en Crimea.
El protagonista en este nuevo escenario de guerra es el Storm Shadow–SCALP-EG, un misil de crucero británico-francés que el Reino Unido ha suministrado a Ucrania. Este misil de largo alcance (550 kilómetros) es el primero de su tipo proporcionado por los aliados a Ucrania. Hasta la primavera, se había utilizado principalmente para atacar bases de mando rusas en los frentes de Donbás y Zaporiyia. En 2022, Estados Unidos aportó misiles Himars con un alcance de 80 kilómetros, que resultaron cruciales para desactivar cuarteles de mando y arsenales del invasor durante las contraofensivas que liberaron la provincia de Járkov y la mitad de la provincia de Jersón. Con los Storm Shadow, no hay distancia de seguridad posible.
Nuevo material militar
La novedad es que los Storm Shadow son ahora la punta de lanza de la ofensiva en Crimea. Los bombardeos de las últimas dos semanas en Sebastopol se han llevado a cabo con estos cohetes. Sin embargo, no serán el único armamento de largo alcance de la OTAN al servicio de Ucrania, ya que se informa que el presidente Joe Biden ha aceptado suministrar misiles de precisión y largo alcance ATACMS después de más de un año de arduas negociaciones y dudas estadounidenses sobre la conveniencia de atacar Crimea.
El teniente general Kirilo Budanov, jefe de los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania, afirmó que los ATACMS no se utilizarán contra territorio ruso, como exigen los socios de Kiev, pero enfatizó que Crimea es parte de Ucrania. Además del Storm Shadow y los ATACMS, Ucrania también ha empleado el misil Neptun, diseñado originalmente para objetivos marinos pero adaptado para ataques terrestres.
Objetivos de la ofensiva de Ucrania en Crimea
La ofensiva en Crimea, que comenzó este verano, tiene tres objetivos principales según los altos mandos ucranianos. El primero es anular la cadena logística del Ejército ruso en Crimea, ya que la península es crucial para el suministro de recursos a las tropas en el frente sur. El segundo objetivo es desgastar las defensas antiaéreas rusas, siguiendo una táctica de ataques con oleadas de drones seguidos de misiles de crucero. El tercer objetivo es «cortar en rodajas la flota rusa del mar Negro», bloqueando el mar Negro al transporte marítimo entre Ucrania y el exterior y forzando a Rusia a maniobrar con más cautela en la región.
Estas acciones incluyen operaciones anfibias de las fuerzas especiales ucranianas que han recapturado islotes y plataformas de extracción de hidrocarburos en el mar Negro que estaban en manos de Rusia desde su ocupación de Crimea en 2014. Todo esto se produce en un contexto en el que Ucrania busca asegurar el transporte de sus cereales a través de una nueva ruta, como alternativa al acuerdo con Turquía y Naciones Unidas, que el Kremlin rompió el pasado julio. En resumen, la ofensiva en Crimea marca un cambio significativo en la estrategia de Ucrania, respaldada por la OTAN, para desafiar la presencia rusa en la península del mar Negro.